Sobre las vocaciones sacerdotales y religiosas

Instituida por Pablo VI, cada año el domingo IV de Pascua se celebra en la Iglesia la JORNADA MUNDIAL DE ORACION POR LAS VOCACIONES. Es una hermosa oportunidad para orar por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Esta Jornada se suele iluminar con un Mensaje del Santo Padre que nos permite orientar tanto la oración como la acción pastoral para promover las vocaciones.

Recientemente, algunos episcopados han hablado acerca de la grave crisis vocacional que golpea a las comunidades eclesiales. En un mundo descristianizado y donde campea el secularismo, no resulta fácil conseguir jóvenes que se arriesguen a decirle que sí a la llamada de Dios. A esto se une la triste realidad de escándalos que han minado la confianza de muchos creyentes en la misma Iglesia, con sus severas consecuencias tanto en la práctica religiosa como en lo referente al tema vocacional.

Es necesario fortalecer la oración. Pero ésta no debe limitarse sólo a un día al año o a alguna que otra petición en las oraciones de los fieles de nuestras comunidades. Se requiere una acción continua que invita cotidianamente a la oración por las vocaciones. Si pedimos, el Señor nos concederá lo que pedimos. Pero, a veces uno experimenta que cuando se ora por las vocaciones se siente que es porque hay que hacerlo, o se hace con desgano. Pareciera que el tema vocacional es urgente de vez en cuando, pero no está presente de manera permanente y con la intensidad que se requiere.

No hay que pensar que todo se va a solucionar con la oración. Esta debe ir acompañada por una decidida acción pastoral para hablar, promover, motivar a los adolescentes y jóvenes, así como a muchos adultos, a que se animen a dar una respuesta positiva si son llamados por Dios a la vida sacerdotal o religiosa. Y aquí es donde nos encontramos con otro escollo. Generalmente se reduce la pastoral vocacional a algunos momentos del año litúrgico. Debe ser una acción continua que, además involucre la catequesis, la pastoral familiar, la pastoral educativa, la pastoral juvenil y todo lo que tenga que ver con la atención de los niños y adolescentes. Diera la impresión que la pastoral vocacional es un ente aislado que se realiza de vez en cuando.

Es verdad que todos los miembros del pueblo de Dios deben tener esta conciencia de promover las vocaciones. El Obispo es el primero de todos los responsables de esta acción en su diócesis. Junto a él, los sacerdotes. Nos preguntamos ¿cuántos sacerdotes dedican tiempo para hablar de las vocaciones en sus homilías y enseñanzas? Todavía más ¿cuántos entusiasman a adolescentes y jóvenes a imitarlos y comenzar a discernir acerca de su vocación? Las familias cristianas juegan un papel muy importante, porque son la primera escuela de la fe y el primer ambiente donde se puede empezar a sentir la llamada de Dios. Y los laicos también tienen una tremenda responsabilidad: ¿por qué, sea desde las parroquias o desde los movimientos apostólicos, los laicos no salen a las escuelas, a los grupos de adolescentes y jóvenes para hablar acerca de la vocación a la vida sacerdotal y religiosa? Si hay preocupación, urge que esto se dé.

De igual modo, otro ámbito importante para la pastoral vocacional son las escuelas. De modo particular las escuelas católicas. Llama la atención la crítica que se hace a las escuelas públicas, señalando que la educación es deficiente: pero de allí es de donde están saliendo las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. ¿Por qué de las escuelas católicas no surgen vocaciones? ¿Por qué incluso de las escuelas católicas un altísimo número de sus alumnos terminan por prescindir de la Iglesia? Se habla de “emergencia educativa”. En nuestras escuelas católicas esa “emergencia educativa” encierra el aspecto vocacional y el del compromiso testimonial de los estudiantes católicos.

Urge orar con intensidad pidiendo al Señor que envíe obreros a su campo. Pero, de igual manera es urgente también que a esas campañas de oración se una el esfuerzo y las acciones de promoción vocacional que permitan a muchos comenzar a discernir sobre la posible llamada de Dios a ellos. El Papa Francisco, en una oportunidad, nos indicó que Dios sigue llamando y que hay muchos jóvenes que pueden sentir la llamada de Dios… entonces hay que salir a su encuentro y buscarlos para acompañarlos y ayudarlos a un discernimiento concreto que pueda desembocar en su opción por la vida sacerdotal o religiosa. Hay que hacerlo.

Con ocasión del Domingo del Buen Pastor, unidos a toda la Iglesia en la oración por las vocaciones, nos corresponde también tomar conciencia de que se debe ir a buscar a tantos jóvenes que son llamados por Dios al servicio de su Iglesia. No debería ser una asignatura pendiente, sino un compromiso que asumimos con alegría, esperanza y decisión.


+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.
Volver arriba