Al principio quiso Dios poner un belén, y creó el universo para adornar la cuna...Luego Dios hizo una pausa, y pensó dónde poner su belén. Y decidió que en Belén. Imaginó las figuras: el buey, la mula, la lavanderas, los pastores... Y, como no tenía prisa, les dio una estirpe: padres, abuelos, bisabuelos... Cientos de vidas para crear cada vida; centenares de amores para conseguir el gesto, el tono de voz, la mano extendida en la postura exacta del belén de Dios.
Pensó en su Madre: toda la eternidad soñó con Ella. Y, añorando sus caricias, fue dibujando en los antepasados de María como esbozos de esa flor que había de brotar a su tiempo.
Y vio Dios todo lo que había hecho. Y era muy bueno; más aún, estupendo. Y tanto le gustó que decidió transmitir en directo el nacimiento de su Hijo a todos los diciembres de la historia, y a todos los corazones que tuvieran sitio para un belén.
Así inventó la Navidad.
"El Belén que puso Dios" de
Enrique Monasterio.