Detras del traslado de Reig hay un historia de ambición, poder y dinero

Pero para entender este inmenso poder de José Luis Mendoza tenemos que ver la historia de la UCAM. La primera noticia acerca de la UCAM nos produjo a la inmensa mayoría perplejidad y desconcierto, porque se desconocía este proyecto. De golpe se anuncia la creación de la UCAM sin más información que la que aportaron los medios de comunicación en su día. Se comentó en aquel tiempo que don Javier Azagra precipitó el anuncio debido a que le quedaba poco tiempo para dejar de ser obispo de esta diócesis por motivo de edad y debido a que el Vaticano tenía la política de aceptar con inmediatez la renuncia a todos los obispos surgidos a partir Concilio Vaticano II; estas dos circunstancias pudieron ser el motivo de este anuncio.
La UCAM, y cuando decimos la UCAM decimos Mendoza, tuvo su gran desarrollo con el obispo Manuel Ureña. Defino la relación entre Mendoza y Manuel Ureña como la historia de dos ambiciones: el obispo Manuel Ureña, de llegar a lo más alto en la curia eclesiástica, de una manera obsesiva, y Mendoza de ser un todopoderoso. Eran dos personajes que se necesitaban y a la misma vez se criticaban. Mendoza, a través de la UCAM, se convirtió en un personaje omnipresente y la UCAM como una institución, más allá de ser una universidad católica, que sustituyó a las estructuras pastorales: la diócesis se minimizó y la UCAM se maximizó.
Los comentarios eran y son: "Si quieres ser alguien en esta diócesis, tienes que estar vinculado a la UCAM". No es de extrañar que se dijera en los medios de comunicación que habían dos obispos: Manuel Ureña, obispo religioso, y José Luis Mendoza, obispo laico.
Cuando Manuel Ureña consiguió ascender, porque no se le puede llamar de otra manera, dejó a un personaje y a una institución como la UCAM como un poder manifiesto y que determinaba la vida diocesana. Cuando se nombró al actual obispo, Juan Antonio Reig Plà, se decía, y yo lo creo, que la persona decisiva en su nombramiento había sido José Luis Mendoza. Mayor poder no se puede otorgar ni mayor capacidad de condicionar la marcha de una diócesis se puede tener.
El problema surge cuando el obispo le pone un límite a José Luis Mendoza. Todo esto ha llevado a esta situación porque detrás de esto hay un historia de ambición, poder y dinero, tres valores antievangélicos. Estamos en cuaresma y le decimos a la gente que lo importante es el amor, el perdón, la reconciliación, que no hay que castigar, que hay que evitar las tentaciones del poder, del dinero... Pero nuestros fieles ven lo que ven: riqueza, poder, castigo... Ya lo decía el Arcipreste de Hita: "Poderoso Caballero es Don Dinero". No nos pueden creer.
Nuestra diócesis necesita que la quieran, que la respeten, que podamos desde la pluralidad de opciones pastorales trabajar por el Reinado de Dios, que no la baqueteen, porque hay cansancio, desánimo y lo peor de todo, miedo.
Y en esta situación ¿quién le pone el cascabel a una gata llamada UCAM?
Joaquín Sánchez, sacerdote