Don Julián, trato preferente a los peregrinos

El Camino es una joya de cultura y espiritualidad, como dicen muy bien todos los obispos, cuando de él tienen que hablar o escribir. Pero, para que pueda seguir resplandeciendo su halo espiritual, la Iglesia tiene que atender a los peregrinos como se merecen. Me dice un amigo: "En el Camino del norte las únicas casas que siempre encontramos cerradas eran las de Dios". Parece que, en el Camino francés, hay una mejor y mayor atención espiritual a los peregrinos. ¡Qué magnífica tarea pastoral para algunos sacerdotes de las diócesis por las que pasan los caminos hacia Compostela!Sobre todo en verano. Y en Año Santo.
Pero lo que piden con mayor insistencia es un trato mejor a la llegada, en Compostela. Han sufrido, han vivido una experiencia fuerte, a veces casi mística, que puede desinflarse como un globo o volverse contra la propia Iglesia por ciertas circunstancias que parecen simples detalles, pero que, según dicen los peregrinos con los que habé, no lo son.
Se trata de mimarlos cuando llegan. Se trata de dispensarles un trato privilegiado. Se lo merecen. Merecen no esperar colas. Ni para la compostelana ni para entrar en la misa del peregrino. Merecen entrar por delante de tanto turista. Merecen que se les reserve en la misa del peregrino (su misa) una zona preferente del templo.
No sé si es factible, pero debería serlo. Creo que Don Julián debería tomar cartas en el asunto. De inmediato. Y dar a conocer las medidas en pro de los peregrinos. Y que todo el que haga el Camino desde una distancia prudencial (a acordar: puede ser desde la entrada en Galicia, por ejemplo) sepa que, cuando llegue a Compostela, va a tener un trato de favor.
Porque no es lo mismo hacer las dos últimas o la última etapa que hacer todo el Camino o parte importante de él. Además, es muy fácil de controlar. Con la compostelana en la mano, los peregrinos podrían tener preferencia y entrar antes que nadie y sentarse en las primeras filas. Reservadas para ellos, para los esforzados, para los caminantes. Para los casi héroes, en algunos casos. Para los que con su caminar contagian su fe. O, al menos, sus enormes valores humanos.
Haga todo lo que pueda, Don Julián. Y puede mucho. Y hágalo, cuando antes. Los peregrinos lo merecen. Y el Camino, también. Cuide a los peregrinos de verdad. Preferencia para ellos y trato humano y pastoral especial. Y homilías, adecuadas a la situación de los caminantes. ¡Qué pena seguir escuchando esa prédicas cargadas de los mismo tópicos de siempre Homilías (algunas) sin garra, sin gancho, sin atractivo, sin preparar...Hasta con ese tono cansino y de funcionario...
Como bien sabe, Don Julián, el Camino es, entre otras muchas cosas, un instrumento primordial de evangelización. Cuídelo, mímelo. Haga que sus curas lo cuiden y lo mimen. Y sus canónigos, también. Se lo agradecerán los peregrinos y todos los que queremos al Camino, faro de la fe de Europa.
José Manuel Vidal