Un Encaminado controvertido

El portavoz de la Conferencia Episcopal no es necesario qie sea obispò. Ya lo fue antes Jesús Iribarren que, como Camino, quería más el obispado, que nunca le llegó, que un tonto una tiza. Y eso que él no cometió un patinazo como el del condón. Los portavoces pueden ser buenos o malos independientemente de su orden sagrado. A mí Camino me parece chulo y mal educado pero son cuestiones personales entre él y yo.

Como portavoz creo que es normal. Y no le creo muy cuestionado entre los obispos. No le deben sostener los restos del taranconismo ni los nacionalistas. Pero son una minoría. Y más después de la última poda que hicieron el sábado con Echarren y Oliver.

De este sector apenas deben quedar Sánchez en Sigüenza-Guadalajara, Noguer en Huelva, por días, Dorado en Málaga y Gómez en Lugo. Todos en puertas de irse.

El sector nacionalista es más complejo. Los vascos son cuatro. Y cada cual de su padre y de su madre. Bláquez (Bilbao), tiene de nacionalista lo que yo de hare krisna, pero a él cabe aplicarle aquello que dijo Toreno, a comienzos del siglo XIX del cardenal Borbón: "era su cortedad tanta".

Y Blázquez es cortísimo. No en sus saberes teológicos, que son notables, y muy tradicionales, sino por su timidez enfermiza y por su falta de carácter. Que no es que tenga poco, es que no tiene ninguno. Ahí, el verdaderamente peligroso, nacionalista acérrimo, es Uriarte (San Sebastián). Los otros dos son unos pobres hombres a los que les tocó el obispado en una rifa: Asurmendi (Vitoria) y Echenagusía (auxiliar de Bilbao). El último más nacionalista pero no un cero, ochocientos ceros a la izquierda. El vitoriano quizá él mismo no sepa lo que es. Seguramente porque es la nada.

El episcopado catalán es más complejo. Y más inclasificable como conjunto. Hay en él un nacionalista acérrimo e inteligente. O por lo menos medianamente inteligente. Representa a la peor Iglesia de Cataluña, esa que ha conseguido descristianizar a una región de santos. El auxiliar de Barcelona Carrera Planas. Es un hombre ya acabado, como su sector eclesial, que presentó su renuncia por haber cumplido los setenta y cinco años el 12 de mayo de 2005 y que el nuncio hará un gran favor a la Iglesia de España y de Cataluña cuando se la acepte. Ya no es nadie.

Luego está el extraño caso de Soler (Gerona). Era el mejor de los auxiliares de Carles. Y tal vez el menos nacionalista. Hombre piadoso y de buena doctrina. Le dieron una diócesis, particularmente conflictiva tras el paso por ella de Jubany y Camprodón y, mayor y cansado, quiso pasar lo más desapercibido posible. Pero tenía un notable grupo de sacerdotes extraeclesiales o, en el mejor de los casos en la frontera de la eclesialidad, que han arruinado su episcopado para siempre. Dispuesto Soler a pasar por todo ha consentido lo inconsentible y hasta se dejó arrastrar por ellos. Hoy es una vergüenza eclesial.

Traserra, muy odiado hoy, ha intentado enmendar el desmadre de Deig en la diócesis de Solsona. Con gran mérito personal. Y riesgo cierto. Yo le tendría por el mejor obispo de Cataluña y sé que no le hago ningún favor diciéndolo. Es un obispo que ejerce de obispo. Y ello es tan extraño allí que asombra encontrarlo.

Luego están los promocionados por Carles. Discretitos, buenecitos y cortitos. Como el mismo cardenal. Con menos categoría. Pero, como él, sensatos, piadosos y eclesiales. Y de escasa valentía, como Carles. Aunque tal vez fuera bastante valentía, allí, ser como Carles.

Son Ciuraneta (Lérida), Casanova (Vich) y Sáiz Meneses (Tarrasa). El primero, enfermo, y con un problema que le desborda y no sabe como resolver, el de los bienes de la Franja aragonesa, hasta ayer diócesis de Lérida. Y los tres intentando contemporizar, con complejo de no contemporizar bastante, con la peor Iglesia de Cataluña.

Luego vienen los valencianos: Tortosa y Sant Feliu de Llobregat. Salinas y Cortés. Me parecen de nivel intelectual superior a los carlesianos pero con un complejo de Estocolmo que les anula. Tienen que hacerse perdonar el no ser catalanes y, como además tampoco son genios, lo hacen fatal. El primero con riesgo incluso de perder buena parte, y la mejor, de la diócesis. Y el segundo con condescendencias vergonzosas con lo que, en mi opinión, ya no es Iglesia.

Y el extraño caso Vives (Urgel). Creo que el más inteligente de los obispos catalanes. Y a distancias abisales de superioridad sobre su antecesor Martí Alanis. Encantado de ser copríncipe de Andorra, catalanista moderado, hombre de Jubany pero ya muy distante de aquella calamidad eclesial, es una incógnita que sólo él podrá disipar. Eclesialmente, como Traserra, está en buena línea.

Por último están los dos arzobispos: Martínez Sistach (Barcelona) y Pujol (Tarragona). Más catalanista el primero que el segundo, aunque en una línea moderada, piadosos ambos y eclesiales ambos, son distintos y seguramente distantes. El primero no se tiene que hacer perdonar nada pero de carácter débil quiere contentar a todos. Cosa imposible.

El barrido que ha hecho de los carlesistas se ha inclinado hacia pésimos nombramientos. De los que pronto se va a arrepentir. Porque seguirán acelerando el suicidio de la Iglesia en Cataluña. Que él no quiere pero que no sabe como remediar. Pujol era un profesor discretito del que se enamoró el nuncio, que tiene escasísimo criterio. Entiéndaseme lo del enamoramiento en estos días de escándalos sexuales. Nada en este sentido. Persona Monteiro de escaso genio se encandiló de quien, seguramente teniéndolo más que el nuncio, tampoco brillaba por él. Y, además, que cree que tiene que hacerse perdonar que es del Opus Dei.Pues todo ello, mezclado, da resultados penosos. Quiere ser un buen arzobispo y no sabe. Tal vez no pueda pero lo peor es que no sabe.

Por último quedan algunos obispos, escasísimos, de difícil ubicación. El primero Don Carlos Amigo, cardenal arzobispo de Sevilla, por quien yo siento particular afecto. Creo que a Don Carlos le ha sentado muy bien el cardenalato y está en una línea muy distinta, y mucho más prudente, que en sus días anteriores. Que en ocasiones fue no poco lamentable. Hoy no me parece nada conflictivo.

El segoviano Gutiérrez esta ya amortizado y en 2006 presentará la renuncia. No fue nadie, no es nadie, y nadie recordará, dentro de unos años, su pontificado. Como Milián, en Barbastro. Salvo que este último consiga recuperar los bienes patrimoniales de la Franja. Y queda González Montes en Almería tras su estrepitoso fracaso en Ávila. Mucho más moderado últimamente tiene una idiosincrasia especial que aun no queda muy definida. Creo que ha sido un error su último nombramiento ante las Conferencias Episcopales europeas pero esperemos a que termine de definirse.

Por todo lo expuesto yo no creo que Martínez Camino, el Encaminado, tenga graves problemas episcopales en el desempeño de su cargo. Otra cosa es que a mí me parezca antipático y chulo. Este último calificativo tampoco tiene nada que ver con el comercio carnal de señoras. Pero a mí, en ese otro sentido de la palabra, me parece chulo. Un jesuita prepotente, engreído y que se cree más listo que nadie. Y que, además, trata a los otros desde esa pretendida superioridad. Pues bueno soy yo para que me vengan con superioridades y para que me den permisos para hablar de lo que me de la gana. Francisco José Fernández de la Cigoña.
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