Del Hoyo tiene muchas papeletas para las OMP

Decide Ivan Dias, el enfermo prefecto de Evangelización de los Pueblos. Lo normal es que tome la decisión de nombrar al próximo presidente de las Obras Misionales Pontificias de España (OMP) de entre la terna que le remitió la Conferecia episcopal después de su última plenaria. Y lo normal es que el cardenal de Propaganda Fidei se decante por el primer nombre de esa terna: Ramón del Hoyo, obispo de Jaén. Una buena opción, si duda. Por experiencia, por conocimientos del medio misionero, por capacidad e, incluso, por cercanía geográfica y afectiva.

Descartado el arzobispo de Pamplona, tras entrar a formar parte del Comité Ejecutivo, Del Hoyo se perfila como el nuevo responsable de las OMP. Profundo conocedor del tema misionero ha sido durante dos trienios presidente de la comisión episcopal de misiones y, por lo tanto, ha trabajado todos estos años, codo con codo, con el sacerdote Anastasio Gil, actual subdirector de las OMP, secretario técnico de la comisión de Misiones y director en la sombra de las Obras Misionales.

Conoce el percal y a la gente y dispone de una diócesis cercana a Madrid. Dicen, además, los que lo conocen que Del Hoyo es un obispo tímido, pero muy amable y hasta dulce en las distancias cortas. Siempre sonriente, sabe ejercer la autoridad cuando las circunstancias lo exigen. Bien formado, cuenta ya con mucho años de ejercicio del episcopado a sus espaldas. Y sobre todo es un enamorado de la misión y de los misioneros.

Con ese bagaje, no irá al cargo a servirse de él para otros fines, sino a servir a los casi 10.000 misioneros españoles que todavía hay en el mundo.

Dicen también que incluso podría intentar "modernizar" la imagen de marca, la estética y los contenidos de las OMP. Siempre cauto y prudente, monseñor del Hoyo es un hombre clásico pero con mentalidad moderna y abierto a las nuevas tecnologías y a los nuevos medios, aunque le cueste utilizarlos.

Las OMP lo tienen todo para triunfar (aún más) y consolidarse definitivamente en la opinión pública. Sería relativamente fácil convertirla en una nueva Cáritas o en una nueva Manos Unidas. Y no me refiero a su misión, sino a su imagen pública. Una tarea urgente para un obispo sensato.

José Manuel Vidal
Volver arriba