¡Querida Diócesis!

A la vez, como es natural, siento profundamente la separación física de esta mi queridísima diócesis de Segorbe-Castellón que tanto bien me ha hecho y a la que he procurado amar, con la asistencia del Espíritu Santo, como Cristo a su Iglesia. Por ello doy gracias a Dios, a S.S. el Papa Juan Pablo II, de venerable memoria y al Santo Padre Benedicto XVI por el inmenso don que ha significado para mí el haber podido pastorear durante casi diez años a esta amadísima Diócesis, a la que siempre llevaré en mi alma. Al mismo tiempo os invito a bendecir a Dios por todo lo que nos ha regalado y ha hecho posible a lo largo de mis años de pontificado.
Agradezco de corazón a Dios y a todos vosotros -sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, seminaristas y fieles laicos- estos años en vuestra compañía. Agradezco vuestra amistad, vuestra lealtad, vuestra confianza, vuestra ayuda, vuestra comprensión, vuestra paciencia y tantas muestras de afecto que he recibido; al tiempo que a todos pido perdón por mis errores.
Doy las gracias a todas las personas e instituciones eclesiales, que han dado alma y han participado, de un modo u otro, en el desarrollo de nuestra Iglesia diocesana en los últimos años.
Gracias también a todas las instituciones y autoridades civiles, militares, judiciales y académicas.
No puedo dejar de citar a los medios de comunicación que han servido de altavoz a la Iglesia siempre que ha sido necesario, y han favorecido también la difusión de mis sencillas intervenciones semanales.
Por último, os suplico a todos que, por intercesión de la Santísima Virgen María, elevéis fervientes oraciones a Dios por mi persona y por el nuevo ministerio episcopal encomendado.
Mi traslado efectivo se retrasará todavía un cierto tiempo. Ya desde ahora os exhorto a todos a mantener con mi sucesor la misma cordialidad, aprecio y simpatía de las que yo he gozado; pero sobre todo os invito a vivir, si es necesario hasta el martirio, en comunión perfecta, afectiva y efectiva, con Cristo y con el sucesor de Pedro. Nuestra fe es la victoria sobre el mundo.
Con gran amor en Cristo recibid siempre mi bendición. Juan Antonio Reig Pla.