¡Querida Diócesis!

El Santo Padre Benedicto XVI ha tenido a bien nombrarme Obispo de la diócesis de Cartagena (Murcia). El sábado 24 de este mes de septiembre, festividad de Ntra. Sra. de la Merced, se hizo público mi nombramiento. En el mes de agosto tuve la oportunidad de saludar personalmente al Romano Pontífice. Renovando mi comunión con el sucesor de Pedro, he aceptado con alegría y obediencia su disposición, al mismo tiempo que agradezco su muestra de confianza en mi humilde persona.

A la vez, como es natural, siento profundamente la separación física de esta mi queridísima diócesis de Segorbe-Castellón que tanto bien me ha hecho y a la que he procurado amar, con la asistencia del Espíritu Santo, como Cristo a su Iglesia. Por ello doy gracias a Dios, a S.S. el Papa Juan Pablo II, de venerable memoria y al Santo Padre Benedicto XVI por el inmenso don que ha significado para mí el haber podido pastorear durante casi diez años a esta amadísima Diócesis, a la que siempre llevaré en mi alma. Al mismo tiempo os invito a bendecir a Dios por todo lo que nos ha regalado y ha hecho posible a lo largo de mis años de pontificado.

Agradezco de corazón a Dios y a todos vosotros -sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, seminaristas y fieles laicos- estos años en vuestra compañía. Agradezco vuestra amistad, vuestra lealtad, vuestra confianza, vuestra ayuda, vuestra comprensión, vuestra paciencia y tantas muestras de afecto que he recibido; al tiempo que a todos pido perdón por mis errores.

Doy las gracias a todas las personas e instituciones eclesiales, que han dado alma y han participado, de un modo u otro, en el desarrollo de nuestra Iglesia diocesana en los últimos años.

Gracias también a todas las instituciones y autoridades civiles, militares, judiciales y académicas.

No puedo dejar de citar a los medios de comunicación que han servido de altavoz a la Iglesia siempre que ha sido necesario, y han favorecido también la difusión de mis sencillas intervenciones semanales.

Por último, os suplico a todos que, por intercesión de la Santísima Virgen María, elevéis fervientes oraciones a Dios por mi persona y por el nuevo ministerio episcopal encomendado.

Mi traslado efectivo se retrasará todavía un cierto tiempo. Ya desde ahora os exhorto a todos a mantener con mi sucesor la misma cordialidad, aprecio y simpatía de las que yo he gozado; pero sobre todo os invito a vivir, si es necesario hasta el martirio, en comunión perfecta, afectiva y efectiva, con Cristo y con el sucesor de Pedro. Nuestra fe es la victoria sobre el mundo.

Con gran amor en Cristo recibid siempre mi bendición. Juan Antonio Reig Pla.
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