Serrano: "La hecatombe se cernirá sobre la Iglesia si gana Zapatero"

Llevamos mes y medio de desaforada opresión pública a la Iglesia por parte del partido socialista y de sus terminales mediáticas. No es difícil pensar que tamaña forma de persecución no es en balde; más allá de movilizar a la izquierda más radical, y de ocultar los sonados fracasos del Gobierno (¿quién recuerda el estrambote de los 400 euros y la ausencia del líder socialista a la reunión de los primeros europeos para hablar sobre la crisis económica mundial?) nos encontramos con un primer tiempo que pretende legitimar el día después de la hecatombe que se cernirá sobre la Iglesia y lo cristiano si gana Zapatero.

Ya lo ha dicho el maestro ciruela don José Blanco; si ganan las elecciones, nada será igual. Es posible que cuanto más se repita una mentira, más posibilidades tenga de ser creída. Es posible que haya personas que vivan instaladas en la fugacidad del juicio crítico y que acaben creyéndose eso de que los obispos hacen política, como han hecho siempre –diría el ministro de turno–, una política alejada de la sociedad en pos de una derecha radical y rancia.

Lo que parece claro es que hay un mensaje, que está en el trasfondo de esta lluvia de declaraciones no sólo contra la Iglesia, sino contra la razón más acreditada, que está expandiendo la especie de que la única moral pública legitima en la sociedad democrática española es la que tolera, ampara y difunde el Estado, en este caso bajo la forma de representación de un Gobierno social. La confusión de lo moral con lo social, y la identificación de lo social con lo moral, es una peligrosa arma de manipulación de las conciencias.

Pero la historia no concluye ahí. Detrás de esta tormenta legitimadora del día después del 9 de marzo, si ganara el frente socialista, o nacionalista-socialista, se encuentra la pretensión de totalidad de la ideología política que mueve los entresijos y las voluntades del Gobierno. La historia viene de antiguo. No se trata sólo del carácter mesiánico, de las ínfulas salvadoras del presidente del Gobierno; se trata de la configuración de una forma de vida en la que los resortes del poder estén presentes en cada una de las acciones de un hombre, el español medio, aparentemente libre y liberado de toda esclavitud del pasado.

Lo que Zapatero quiere no es llevar a la Iglesia a las sacristías; acallar a los obispos, que están en su legítimo derecho de hablar como obispos y como ciudadanos. Es establecer en España una Iglesia nacional al servicio del poder socialista y bajo los dictados de un Gobierno que determine la oportunidad o no de las comparecencias públicas, de los temarios públicos y publicados.

Zapatero no perdona a los obispos el ejercicio de realismo al que nos han invitado y su propuesta como ejercicio de autenticidad. Zapatero y sus corifeos socialistas no les perdonarán a los obispos que hayan denunciado el riesgo de una religión sustitutoria, civil, positivista, que tenga como cabeza visible a un señor que sonreía por no mirar atrás.

José Francisco Serrano, decano de Humandades del CEU (Analisisdigital)
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