No me lo creo

¿Quién me asegura que no se trata de la impostura de un mangante, que se aprovecha de la seguridad de que nadie va a desmentir su historia? Por descontado que tampoco espero que el presunto violador de las normas del secreto venga con el lirio en la mano diciendo: es cierto porque yo lo viví y lo tengo grabado o filmado, y lo desvelé por tal o cual motivo.
Que esa es otra historia: ¿qué cosa ha podido inducir a tal revelación? ¿Por afán de notoriedad, fue por dinero, le habían drogado o cosas peores? En fin, son tantas las suposiciones, suponiendo que haya algo noble en todo esto, que lo mejor es olvidarse ¡Qué fácil, y qué villano al tiempo tratándose de la Iglesia, es lanzar algo así sabiendo que ninguno de los afectados va a replicarte por el propio compromiso adquirido. José María Echaverría (La Opinión)