El papel de la religión en la sociedad debe ser aclarado. Pero los planteamientos políticos sobre este asunto tienden a convertirse en un enfrentamiento de progresismos e integrismos trasnochados. Creo que la
laicidad, al establecer que el lazo básico de la sociabilidad no es religioso sino civil, ha sido un gran progreso, pero, al mismo tiempo, me sorprende el extendido desinterés, y la incultura respecto del hecho religioso.
La evolución cultural de la Humanidad resulta incomprensible si no se conocen las religiones. Por eso, creo que una persona no puede ser verdaderamente culta sin haberlas estudiado. Deberíamos recuperar la «
historia de la cultura», una asignatura global e integradora, a través de la cual nuestros alumnos podrían entrar en contacto con la profundidad, la variedad, el dramatismo de la experiencia humana. Su desconocimiento nos lleva a una irritante trivialización.
En la muy democrática Inglaterra nadie se rasgó las vestiduras cuando el Parlamento indicó que era
obligación de la escuela la formación espiritual de los jóvenes ingleses. Es una educación laica que pretende ampliar la comprensión del ser humano y de su historia. Mircea Eliade, una persona poco religiosa, consideraba que «la historia de las religiones está destinada a facilitar la aparición de un nuevo humanismo». Habrá que pensarlo.
José Antonio Marina (El Mundo)