Desde el mismo momento en que fue elegido como sucesor del Papa Wojtyla, se nos viene diciendo que el
Papa Ratzinger nos "va a dar sorpresas". Es el momento de pasar del dicho al hecho. La prueba del algodón para Benedicto XVI va a ser el Sínodo que comienza en Roma. Y gira en torno a dos palabras: consultivo o deliberativo.
Si lo deja tal y como está, es decir si el Sínodo sigue siendo meramente
consultivo, será un signo evidente de que su pontificado nos ofrecerá "más de lo mismo". En cambio, si la magna reunión de obispos pasa a ser
deliberativo, será una sorpresa de calado y un signo evidente de que el nuevo Papa quiere imprimir un cierto giro reformista a la Iglesia.
¿Imprimirá el Papa Ratzinger un sello más colegial y conciliar al gobierno y a la vida de la Iglesia católica? ¿dejará las puertas abiertas al debate libre sobre
cuestiones doctrinales y morales que afectan a los cristianos del siglo XXI? ¿aprovechará el Papa esta asamblea episcopal para plantear una reforma de la curia romana dotándola de unos mecanismos más ágiles y descentralizados? Pronto saldremos de dudas.