APROVECHAR EL TIEMPO

¡Y pensar que he disfrutado jugando al mus, contando u oyendo chistes! ¡Qué maravilla gozar con un libro de himnos, cantos espirituales, poesías místicas, antífonas e introitos! Leerlos, entonarlos, traducir en toda su hondura: si es preciso, con diccionario. Disfrutar de las alabanzas hechas a Dios con gran belleza literaria, con ingenio, con sabor. ¡Oh el latín, qué precioso interpretarlo, sin traducirlo, llegar a comprenderlo!


¿Te fijas? Cuánto hemos de agradecer a Dios que nos va prolongando la vida. Muchas personas conocidas, y antiguos compañeros, han muerto ya. No pueden merecer. El reloj de la existencia terrenal se ha parado para siempre. A nosotros, todavía Dios nos conserva la vida. Por algo será. A mí me da mucho que pensar y me impulsa a aprovechar el tiempo, mientras estamos en camino. Orar. Ofrecer a Dios nuestros trabajos. Hacer algo por la santificación del mundo. Atender las pequeñas parcelas propias, pero sin olvidar el gran campo del Reino de Dios. Hemos de aprovechar esta gracia actual.

¡Qué poco tiempo me queda - nos queda- y qué rápido pasa! No hay más remedio que no permitirnos el lujo absurdo de perder el tiempo. La compunción serena es mi respuesta a mis infidelidades. Mi alternativa es confiar en la misericordia de Dios y hacer lo que pueda por los demás. Estos años me ha cabido en suerte poder entregarme un poco a los niños marginados, pobres, que sufren y reaccionan mal ante los problemas de divorcio, penuria económica, mal ambiente cristiano de la familia.

Esta semana he tenido dos impresiones grandes: me he quedado del todo solo en mi línea ascendente: ha muerto la única tía carnal que me quedaba - 88 años- y el mismo día el cura que me bautizó - 84 años- . Creo que tú habrás experimentado esto ya hace tiempo. Por delante de mí ya no queda nadie. La generación anterior desapareció. Esto me tiene que mover a aprovechar el tiempo porque es tan breve...

¡Qué distintos los tiempos de antes. Sin embargo somos los mismos. A veces parece que fue ayer mismo, pero cuánta agua ha corrido por el río. Otras veces nos parecen tiempos remotos, como la prehistoria. La vida fluye. Y nos vamos acercando poco a poco a la meta. Al encuentro con El.

Cuando nos hacemos mayores, la fe se afianza. Por nada del mundo abandonaríamos el tesoro de Dios, cuidado con mimo durante tantos años. Pero a la vez la fe se hace más oscura. Tremendamente oscura. Incluso hay momentos en que la duda roe la consciencia. Entonces es el momento de decirle al Señor: Gracias por hacerme oscura la fe. Gracias, porque así puedo demostrarte la confianza ilimitada que en ti tengo.

Otras veces sentimos una especie de destello, de evidencia instantánea y transparente. Parece que vemos todo con claridad meridiana. Y entonces también agradecemos la bondad de Dios que nos muestra, aunque en enigma su rostro.

José María Lorenzo Amelibia

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com
Mi blog: http://blogs.periodistadigital.com/secularizados.php
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2
Volver arriba