Aceptar

Hemos de acostumbrarnos a aceptar de buena la gana los que la Providencia de Dios nos va enviando en la profesión, en la familia, en la salud. Buena fuente tenemos de sentirnos generosos con Dios.


El corazón es fuente de pecado, y también de amor y entrega generosa. Si tenemos tú y yo el corazón bien puesto en Jesucristo, bien pronto le iremos ofreciendo cada una de las cosas de nuestra vida, sean agradables o desagradables. Más que ayunos drásticos, una templanza habitual. Lo que hoy aconsejan los médicos a personas de nuestra edad, llevado con espíritu interior.

En fin, mostrar siempre en la cara paz y sonrisa, también es un sacrificio lleno de buen olor de caridad. ¿Cómo vas a ser santo por mucho que reces, si no te mortificas? Por comodidad reducirás la oración cuando te canses, y llegarás a suprimirla. No sacarás fuerza para dar la cara por Cristo.

Para una persona que aspira a la santidad deben estar borradas de su vocabulario las palabras; no me apetece, no me gusta.

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