CASTIDAD DE HOMBRE CASTO

Crítica Constructiva

CASTIDAD DE HOMBRE CASTO

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            No pretendo generalizar en este artículo. Sí dar pistas sobre la vida  íntima  de  un  sector de hombres que lucharon  por  mantenerse fieles  al  compromiso del celibato y siguen fieles al mismo.  Quedan fuera de este estudio los sacerdotes secularizados, los que están  al margen de la ley celibataria y los que viven su virginidad a tope  en una  plena  sublimación. Entran de lleno una gran  mayoría,  aquellos para quienes el celibato es una carga más que una liberación.

               Este trabajo está hecho con el rigor de la experiencia de  doce años  vividos en el clero (1958 - 1970). En ellos tuve la  suerte  de convivir  mucho  con  sacerdotes, como  consigno  en  la  nota  final primera.  Pero nada hay recibido bajo secreto sacramental. Con el fin de  que  no  sea  una  fría estadística, la narración  está  un  poco personalizada,  aunque  - por supuesto -  no  se  trata  de  un  sólo individuo. Son muchas las personas reflejadas dentro de este  relato, pero todo ello es rea

               -"Mis  manos  tocarán el cuerpo de Cristo.  Entregaré   mi  ser entero  al  Señor  para la salvación de las personas.  Me  desgastaré hasta  la muerte en extender el Evangelio de Jesús. Mi alma se ofrece a El. El será mi único amor. De El me fío. Me ayudará. La renuncia no va a ser renuncia. Habitaré en la casa del Señor todos los días de mi vida.

               Abandona  el  nuevo  sacerdote  el  seminario  con  una  bagaje considerable  de  entusiasmo  e  idealismo,  y  una  dosis  mayor  de inexperiencia. Es un niño grande dispuesto a conquistar el mundo para Cristo.  Detrás de aquellos muros benditos quedan las  luchas  de  la adolescencia. Juzgó definitiva la victoria de la pureza.  Aprendió  a dominar  su  cuerpo  con la ascesis, el amor  a  la  Virgen  y  a  la Eucaristía. Manteniendo sujeta la libido no será difícil  el  triunfo del afecto humano. Así pensaba.

               En  las  vacaciones estivales le llamaban la  atención  algunas chicas. Sublimó los deseos legítimos del corazón  en aras de sentirse libre de ataduras humanas que le impidieran su total entrega a Dios y a  su  causa. ¿Lo que otros han conseguido, por qué yo no? Me enamoro de  Cristo. En El descansarán todas mis inquietudes y pesares.  Nunca me hará traición.

               El tiempo pasa. La luz encendida en los primeros fervores queda lejos.  Vivir  siempre en tensión y vigilancia  resulta  difícil.  Le habla  al Señor del Sagrario de sus problemas, pero El nada responde. El  templo  se encuentra solo; la soledad le abruma. El  mundo  sigue igual  y  ningún fruto percibe de su renuncia. ¿Mereció la  pena  una entrega de por vida?

Una joven le gusta. Impacta su corazón vacío. Pero... hay que romper. Es  preciso  hacer algo; distraerse como sea. Todo tiempo en  tensión tan  sólo  va  a servir para obsesionarse. Libros, cine,  televisión, charlas  con los compañeros, atender equipos de apostolado, practicar un deporte, dedicarse más a fondo a la pastoral.

               Unos ejercicios espirituales sirven para reafirmar la entrega a Dios.  La  primera  victoria  de  vida  consagrada.  Primer  año de sacerdocio.

Con estas consideraciones y las que en sucesivos días seguirán, podrían nuestros superiores eclesiásticos, poner en tela de juicio la desventurada ley celibataria y cambiarla, o mejor abolirla, a medio plazo. Estúdienla, por favor.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                           Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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