EL DÉBIL FRENTE AL PODEROSO INTERNET

Es imposible mostrarse indiferente ante internet. La mayoría, creo, lo miramos como un don del siglo XXI, y un instrumento de cultura excelente. Pero también es un peligro por muchas razones. Además – como las drogas – puede crear adicción. Y el mayor problema es cuando se trata de niños. Los chavales utilizan los chats, foros, messenger... con una facilidad pasmosa en el propio domicilio y en otros lugares.



Mediante estas nuevas técnicas de internet se ponen los muchachos en contacto con gente desconocida, hablan con ellos o se comunican por escrito. La mensajería puede ser instantánea. El peligro salta a la vista: ver contenidos pornográficos, violentos, antirreligiosos. El niño puede recibir mensajes persistentes de acoso. El mundo de los pedófilos se halla disfrazado en la red muchas veces con piel de cordero. Tratan de ganar la confianza de los menores para mantener conversaciones obscenas e incluso concertar citas. Buscan niños solitarios que añoran contacto humano y los engañan con obsequios atractivos como videojuegos. Y dejando aparte el terreno sexual, también existe el peligro de compras no deseadas por los padres, de recibir instrucciones para iniciarse en la droga o en la delincuencia. Es verdad que la policía vigila internet y con frecuencia caen decenas de corruptores; pero sigue siempre existiendo el peligro.

Y tal vez el mayor peligro es la adicción. El no poder prescindir del ordenador. El “verse forzado” a meter horas y horas todos los días al terrible quehacer. En la adolescencia hay muchos con este mal. Se necesita la ayuda de un experto para conseguir liberarse de esta costumbre enfermiza. Nos dicen las estadísticas que siete de cada diez padres se sienten intranquilos cuando sus hijos navegan. Y no es para menos. Por eso es necesario poner remedio a esta nueva plaga de la humanidad. Para los niños existen varios medios. Cuando se trata de la adicción del adulto, él mismo habrá de acudir a un psicólogo o convencerse de su debilidad y armarse de una gran fuerza de voluntad para vencer la tentación del juguete.


Los antivirus clásicos ofrecen filtros para que nuestros hijos no naveguen por lugares peligrosos. Es importante consultar a los técnicos para saber aplicarlos. Y hemos de tener en cuenta algunas normas generales: situar el ordenador en una zona común de la casa; nunca en dormitorios. Prohibirles a los hijos la entrada en foros privados sin el conocimiento de los padres. Que jamás den ninguna información particular: ni dirección postal, ni número de teléfono, ni clave de la cuenta... No manden fotos personales; menos aún citarse con gente conocida por internet. Limitarles el tiempo de uso y nunca lo utilicen durante la noche.

Internet, sí; pero con mucho ojo, mucha precaución, mucho cuidado. Es como el mar: necesario sí, pero peligroso.


José María Lorenzo Amelibia
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