Tomar su libro en las manos, ya se puede decir que es una gracia actual. Siempre tenía él una obsesión: la santidad de los sacerdotes.
Cuando se ordenó decía más o menos: quiero tener la capacidad meditar cien años seguidos sin interrupción, sin distracción sobre esta realidad: "soy sacerdote". Y vivió siempre enfrascado en este pensamiento.
Me impresiona mucho esto. Nosotros somos sacerdotes, lo seguiremos siendo. Tenemos tiempo ahora para meditar esta sublime realidad.
Procuro, al igual que otros compañeros con los que me relaciono, vivir bastante centrado en esta idea. Pero ¡cuánto falta para seguirle al cien por cien! Vamos a procurar que se nos meta hasta dentro del alma como a Nieto la ilusión de la santidad. Lo que tantas veces hemos meditado, sigue teniendo hoy actualidad; igual que en el día de nuestra ordenación. ¡Cómo vamos a influir en nuestra relación con el prójimo, en nuestra familia, actividad apostólica, si vivimos a tope nuestra fe!
"El sacerdote para la Eucaristía". Es maravilloso ser sacerdote, estar siempre junto a la Eucaristía. Cierto, si no se medita y hace oración íntima junto al sagrario, se corre el peligro de dejar languidecer la fe. Yo sacerdote, ¿me he conmovido siempre junto a Jesús en mis manos, he temblado, he adorado, he creído con fe viva?
Estas preguntas nos hemos de hacer con frecuencia; porque corre el peligro de acostumbrarse. A este amor de Jesús no debemos habituarnos jamás.
José María Lorenzo Amelibia
Ver http://personales.jet.es/mistica
Ver también del mismo autor más de mil artículos sobre enfermos y debilidad
http://www.opina2000.com