A nuestros queridos obispos: Adolecemos de una falta de fe profunda, vivida. No llego a entender, por ejemplo, cómo se cierran casi todas las iglesias a la adoración eucarística; cómo el obispo no va llorando a sus curas pidiéndoles que sean santos; cómo en las reuniones de sacerdotes, a veces presididas por el obispo, el motivo principal no es la santidad y el amor a Dios; cómo no salen de estas reuniones encendidos. ¡Hemos de ser los enamorados de Dios!
Predicar del amor de Dios en el Eucaristía, convencidos de verdad de que el Señor está con nosotros realmente. Sí; hay muchos asuntos de mayor o menor interés y urgencia en la pastoral. Pero ¿qué es lo principal sino el amor a Dios y como prolongación el amor a nuestros semejantes?
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