Oración con afecto sincero

Muchos ignoran lo extraordinariamente afectivo de San Ignacio de Loyola. A mí me sorprendió cuando leí su vida y todavía recuerdo detalles: solía tomar la firma de las cartas de quienes le escribían y las llevaba siempre consigo.


No acertaba a terminar de escribir las caras que comenzaba; ni acertaba a terminar de conversar de a gusto que se encontraba. A veces decía claramente en sus escritos el afecto que le embargaba. El trato de Ignacio era suave, lleno de ternura y amor. Siempre hablaba bien de todos.


Agradecer
Procuro de cuando en cuando la oración de agradecimiento. Si miramos las cartas de San Pablo nos convencemos que él era profundamente agradecido a Dios. Y esta virtud le sumía en la humildad. Viene bien recordar aquello de "¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? A mí me parece que de la gratitud tiene que brotar en nosotros el celo, además de la humildad. Difundir la gracia que nos ha sido dada.

Por eso no cabe en la cabeza la degradación de "vender" la verdad revelada. Y venderla es no sólo sacar dinero; también buscar a través de ella la fama, el honor. ¡Si no es nuestra...!

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