1.- Sábado Santo. Me encuentro espiritualmente junto al sepulcro de Jesús, en silencio, acompañando a la Virgen María.
2.- Advierto su pena total, su desconsuelo entero, su tristeza enorme. En unas horas, todo se había venido abajo.
3.- Uno mi dolor de todo cuanto me pasa al suyo; al dolor de la corredentora. Y le digo ahora por medio de Jesús, el Hijo de Dios, para que Él se lo comunique: Oh madre, fuente de amor: haz que sienta en mí el dolor para que contigo me compadezca.
4.- Siento paso a paso el trayecto de María hacia Jerusalén. Le acompañan las otras dos mujeres; entran todas en la casa de la Virgen. .- Vislumbro en María la esperanza; algún recuerdo de haberle oído a Jesús que Él era la resurrección y la vida.
5.- Repito yo interiormente: "Yo soy la Resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque hubiera muerto vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre".
6.- "Haz que arda mi corazón en el amor a Cristo para que así te complazca".
7.- Dame, Señor, por intercesión de tu Hijo, Jesucristo, y de la Virgen María, una esperanza en mi salvación.
8.- Te pido de una manera especial por la salvación de todas las personas que, de una u otra manera, me has encomendado.
9.- Propongo en el día de hoy acompañar a María en su soledad, ofrezco mis obras del día de hoy por tantas personas que, indiferentes a la pasión y resurrección del Señor, necesitan urgentemente el don de la conversión.
10.- Danos sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas y líderes religiosos santos.
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