Para los Obispos. San Pedro Tomás, Carmelita y Obispo
Obispos sed santos como.
| José María Lorenzo Amelibia
San Pedro Tomás, Carmelita y Obispo
* Salimaso en Francia 1305 + Famagusta 6-1-1365. Su Memoria el 8 de enero.
Pedro Tomás fue carmelita y obispo, porque siendo obispo siempre se sintió religioso carmelita. No se separó en ningún momento de su escapulario. Fue carmelita desde muy niño y hasta su muerte.
Él acudía con perseverancia a la Virgen pidiendo por el bien de la Orden que entonces amenazaba extinguirse. Dicen las crónicas que se le apareció la Virgen y le prometió que no desaparecerían los Carmelitas; que durarían hasta el fin del mundo. Amaba tanto a la Virgen María que parecía llevaba su nombre escrito en el corazón. Fue el alma de toda su vida, la palanca que le ayudaba a remover todos los obstáculos. Cuanto le pedían en nombre de María no podía rechazar.
Los reyes e incluso los papas le encomendaron empresas muy delicadas. Fue nombrado obispo de Patti y Corón. También legado pontificio y patriarca de Constantinopla. Teniendo este cargo quisieron asesinarle. Él dijo entonces: "Mi dicha sería derramar mi sangre en el mismo lugar donde la dio el Redentor por los hombres". El secreto de toda su actividad llena de amor estaba en la oración constante.
Trabajó con mucho celo y predicó siendo obispo muchísimo. También confesaba y convertía a los corazones más duros. Consiguió que volvieran al seno de la Iglesia Católica muchos disidentes. Pacificó reyes y príncipes. Pero nunca tuvo aires de grandeza. No le gustaba vivir fuera del convento aun cuando tenía cargos de relumbrón. Todos sus compañeros decían de él que era estricto en la observancia. Dentro del convento ni se notaba que era obispo. Se levantaba con todos al rezo de maitines; después muchas noches ya no se acostaba permanecía haciendo oración. Vivía a tope aquello de la regla que lo identificaba como carmelita: "Meditar día y noche la ley del Señor". Tenía su corazón ocupado continuamente en Dios. En él la acción brotaba de su contemplación profunda. Como debiera ser en todos nosotros.
Al final de su vida dijo: "Por la gracia de Dios, desde mi profesión en la Orden desde mi profesión nunca he dejado de rezar el Oficio Divino completo". Murió el día de Reyes y fue llorado por todos. Dispuso que su cuerpo fuera enterrado en el umbral del coro, para que todos al pasar por allí le pisaran.
José María Lorenzo Amelibia
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