Es buena la oración incluso para la salud
Enfermos y Debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
Es buena la oración incluso para la salud
"Enséános a orar, Señor"
Hace más de treinta años que conozco los métodos de meditación trascendental y procuro ponerlos en práctica, aunque no siempre “me sale” según me gustaría. Me llamó la atención en este sentido un artículo aparecido en la prensa no hace muchas semanas. Se titula “La meditación trascendental prolonga la vida”. En concreto nos dice que problemas relacionados con la tensión arterial mejoran sensiblemente con esta práctica. Además, esta medicina no tiene efectos secundarios.
Pero no es fácil perseverar. Hace falta mucha fuerza de voluntad para ello. Por otra parte, yo recomendaría la ayuda profesional de un “guru” o maestro que nos ayude a introducirnos en estos mundos del “zen”, pero que no nos lleven a una de esas sectas peligrosas que pululan por doquier. Existe la meditación trascendental del todo católica en la que no hay ningún peligro.
Todo el mundo sabe que ha de comenzar el acto por un sencillo ejercicio de relajación y respiración: simplemente fijar la atención con suavidad y poco a poco en el cuello, tórax, hombros, brazos, plexo solar… todo ello acompañado de una suave y profunda respiración rítmica, y en una postura de sentado – erguido, pero sin violencia, con las manos sobre las rodillas y los ojos bajos o cerrados. Después repetir mentalmente con gran pausa y al compás de la respiración una frase religiosa que nos haya hecho impacto, como “Solo Dios basta”, “Dios es amor”, “En Ti confío” … Se trata de permanecer así durante diez o quince minutos cada día.
Los efectos se notan bien pronto en el alma: mayor paz, más dominio de sí mismo, unión más íntima con Dios. Y ahora nos dicen que incluso prolonga la vida y con más nivel.
Robert Schneider investigó durante años en este particular, y nos dice: “Nuestro trabajo demuestra que los programas de meditación trascendental reducen los factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular y de otras patologías crónicas, como la presión arterial, la aterosclerosis, el tabaquismo, el estrés psicológico y los hermanos del estrés”. Existe un mecanismo de acción difícil de explicar que integra la mente con la salud del organismo.
Es imprescindible para practicar buscar un lugar sereno, sin ruidos, sin músicas de fondo… No es cuestión de mucho tiempo, sino de constancia. Cuando uno está en época de estrés y lo practica, pronto nota el efecto. Es pena abandonar la meditación al conseguir la salud mental, porque entonces es cuando se convierte en vida de nuestra vida, garantiza efectos prolongados, y sobre todo nos ayuda en nuestra relación con Dios y con nuestros.
José María Lorenzo Amelibia
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