Me parece necesario - por amor a Cristo- mantener en nosotros de la manera más viva una voluntad decidida de corregirnos. Quitar las causas y ocasiones. Así cuando se presenta la tentación, podremos vencer. Pedir a Dios cuando nos vamos a confesar el don de la penitencia. Así no será pura rutina. ¡Qué pena que se nos va metiendo la costumbre de retrasar la confesión durante más de un mes. Dios quiere santificarnos.
Y el sacramento de la penitencia es un gran medio. Yo creo que si fuéramos más humildes - hablo por mí- iríamos más a menudo a la confesión. Y me refiero precisamente a esa humildad ante Dios; que resulta más fácil que la relativa a nuestros hermanos.
A veces actuamos como ignorando la existencia del pecado original. Esto puede dar lugar a varios errores sobre todo en materia de educación. Y también podríamos evitar disgustos inútiles al considerar como fracaso nuestras imperfecciones. Porque tenemos la contrapartida. Del conocimiento amoroso de Cristo brota el deseo de amarle y de anunciarlo. Y esto también actúa en nosotros de una manera fuerte, junto con los dones del Espíritu Santo. No todo es pecado original
José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Ver página web: http://web.jet.es/mistica