No se lo hagamos más difícil a Jesucristo. Problemas de Derecho Canónico

Crítica Constructiva

No se lo hagamos más difícil a Jesucristo.  Problemas de Derecho Canónico

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Cuando yo estudiaba Derecho Canónico, apenas me fijaba en nada más que aprender los temas y procurar retenerlos para cuando me fuera necesario utilizarlos. Pero nada espíritu crítico sobre cuanto me enseñaban. A veces sí me parecía complicado tanto mandamiento dentro de los cristianos, pero nada más.

 Desde hace unos años, después de haber leído y estudiado y meditado el Concilio Vaticano II, se ha grabado en mi alma, como a fuego, una verdad fundamental, algo que por supuesto ya está en la revelación: la voluntad de Jesús de salvarnos, la función de la Iglesia de ser madre de salvación. Y en torno a todo esto vienen a mi mente una serie de interrogaciones. ¿El Derecho Canónico no dificulta en ocasiones la salvación? ¿No convendría una revisión a fondo del D. C. y suprimir muchos cánones que en el fondo ponen cargas innecesarias, además de obligaciones en conciencia?

 En aquellos años de estudiante se comentaba – y desearía que esto fuera una gran mentira – que a Pío XII le habían rogado que a los sacerdotes con gravísimos problemas en castidad les dejara salir del clero y contraer matrimonio. Y ¡aquí viene lo gordo!, el Pontífice respondió: “Prefiero que se condenen algunos, antes de abrir este portillo a la ley”. De verdad, me estremecí, pero entonces lo creí. Hoy no me cabe en la cabeza tal respuesta en un hombre santo y que probablemente suba a los altares. Pero me da la impresión que la mentalidad de aquellos años era propicia a semejante contestación. Esto es una monstruosidad desde el punto de vista del deseo y plan de salvación de Jesús.

 No hemos de ponerle a Jesús más difícil su proyecto salvador. Y en este sentido, el Derecho Canónico habría de ser revisado: suprimir en él lo de pecado mortal en cualquier mandato que no implique ya de por sí un pecado mortal. Por ejemplo: votos; misa dominical en todos y cada uno de los domingos; en toda clase de juramentos seguir el criterio de Jesús, “que vuestro sí sea sí, y vuestro no, sea no” … En una palabra, que nadie sea reo de pecado mortal por quebrantar un mandamiento de la Iglesia. Y que quede bien claro que no pretendemos disminuir la ley natural ni la ley divina, sino facilitar a la Iglesia su obra salvadora.

 A esta conclusión voy llegando a través de los años: creo la cuando crecemos en edad vamos madurando. Me parece que ser leguleyo no está muy en consonancia con la misión de Jesús ni con el Nuevo Testamento.

 Me reafirmo – quiero hacerlo constar – como católico íntegro de gran fe y amor a nuestra Iglesia. Y digo estas cosas que espero lleguen a ir calando en nuestros cristianos y sobre todos en los dirigentes de la Iglesia. Hoy por hoy en las relaciones intereclesiales predomina más la Ley y el Derecho que la gran disciplina del Amor. Eso de tribunales eclesiásticos… no sé, no sé… pero no me suena a amor. ¿Seré un utópico? No lo sé, pero algo hay que cambiar.

 Ojalá que esté superado todo esto que ahora digo. Hace ya muchos años que estudié cánones. La mentalidad de los canonistas de entonces era tremenda: por cualquier cosa te endosaban el pecado mortal. Ojalá hoy se haya superado aquella mentalidad que te hacía estremecer. ¡La Iglesia es madre de salvación! ¡Y así debe aparecer en sus leyes!

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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