El sacerdote secularizado ha de aspirar a la santidad

La he leído varias veces y me emociona la vida del padre Nieto. Tomar su libro en mis manos, ya se puede decir que es una gracia actual. Siempre tenía él una obsesión: la santidad de los sacerdotes. Cuando se ordenó decía más o menos: quiero tener la capacidad meditar cien años seguidos sin interrupción, sin distracción sobre esta realidad: "soy sacerdote". Y vivió siempre enfrascado en este pensamiento. Me impresiona mucho esto.


Yo también suelo vivir bastante centrado en esta idea. Pero ¡cuánto me falta para seguirle al cien por cien! Vamos a procurar que se nos meta hasta dentro del alma como a él la ilusión de la santidad. Lo que tantas veces hemos meditado, sigue teniendo hoy actualidad. ¡Cómo vamos a influir en nuestra relación con el prójimo, en nuestra enseñanza religiosa si vivimos a tope nuestra fe!
El padre Nieto fue un jesuita director espiritual del seminario de Comillas. Su apoteosis de apostolado fue en las décadas de los 40 y 50. Está introducida su causa de beatificación, pero va demasiado lenta porque muchos lo consideran como uno de los grandes santos del siglo XX. Yo así pienso también.

Somos sacerdotes: el hecho de haber contraído matrimonio ha de ser un hecho más para procurar ser santos. El Reino de Dios nos necesita santos.

José María Lorenzo
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