Ante los NMR, ¿Un Dios algo sagrado o el amigo personal?

En los Nuevos movimiento religiosos (los NMR), el Tú divino, Dios, queda reducido a un tú sagrado de baja trascendencia dentro del mundo de las religiones sin Dios. Pero frente a este “algo” religioso, está el “alguien” personal, el Dios de las religiones monoteístas contemplado como amigo personal en la Biblia.

Los Nuevos movimientos religiosos sustituyen a Dios por lo sagrado
Fuera del cristianismo y de toda religión institucional, los Nuevos movimientos religiosos exaltan tanto lo sagrado en sí mismo o en algún aspecto de la vida profana que prácticamente anulan a Dios y se convierten, muchos de ellos, en «una religión sin Dios». De una manera o de otra, lo sagrado sustituye al tú divino en algunos acontecimientos, lugares o personas. Y así, junto a las manifestaciones tradicionales de lo sagrado, aparecen otras que salen fuera del templo y del culto litúrgico. Lo sagrado transita por nuestras calles y periódicos, horóscopos, astrología, esoterismo barato en revistas, libros, radio. Los NMR son quienes se encargan de difundir y testimoniar el cambio de lo sagrado con sus nuevas manifestaciones.

Algunos rasgos comunes: Los NMR son grupos de personas y no de religiones institucionales. La novedad surge por la oposición a las «viejas» expresiones religiosas. Y lo de nuevos movimientos religiosos, se explica por el afán de interpretar y vivir lo sagrado desde una perspectiva diferente a como lo hacen las religiones tradicionales. De manera especial critican al cristianismo porque no encuentran en su palabra ni en su liturgia ni en los sacramentos, una respuesta a lo sagrado que esté a la altura de nuestro tiempo.

El hombre y Dios. El yo humano se proclama centro de la nueva religiosidad: lo sagrado se localiza en la persona. Ahora como nunca, se hace patente que «res sacra homo». Dios como interlocutor es un tú sagrado y divino de baja trascendencia: en muchos de los NMR, Dios no es el tú de una relación interpersonal sino el objeto sagrado. El hecho tiene tal relieve que no faltan autores que hablan de una «cultura de la ausencia de Dios, refiriéndose a la situación de nuestras sociedades».

Lo sagrado sin Dios. El yo humano no se relaciona con un tú divino único y necesario que exige el “trascendimiento” del sujeto y le ofrece la salvación. Ahora, es la persona la que se relaciona con el tú sagrado pero concretado en sí misma o en algún objeto preferido. Existe, sí, una cierta religión-religación de cada individuo pero no es con el tú divino de las religiones tradicionales; lo que existe es la religión sin Dios; o, mejor, la religión del “hombre divinizado”.

Lo sagrado suple a Dios. La segunda conclusión es que el tú divino de las religiones tradicionales es sustituido por lo sagrado concentrado en la propia persona o en otra realidad profana. Con ello, lo «sagrado» está ejerciendo aquí la función de sustituto de Dios, de sucedáneo de la Trascendencia. Los NMR poseen su propio sistema de mediaciones y de tipos de religiones sin Dios como la denominada religión civil y la religiosidad profana manifestada en la música, el trabajo, el sexo, el deporte, el cultivo del cuerpo, la naturaleza, los viajes.....

El Dios bíblico como amigo del hombre La Palabra de Dios muestra muchas experiencias de “los amigos de Dios” que sintieron vivamente su amor. Dios llama a Abraham, un pagano entre tantos, a ser su amigo; expresa su amor en forma de una amistad, es el confidente de sus secretos y el que está dispuesto a sacrificar a su hijo (Gén 18,17; 22,2; Is 41,8; Jos 24,2s). Moisés es otro de los amigos de Dios que es enviado y que vivió fielmente en la intimidad con El conversando como con un amigo (Ex 32,9-13). Amigos de Dios aparecen también David, los profetas y algunos sabios de Israel. Especial experiencia de Dios contienen muchos libros del Antiguo Testamento como son, en especial, los Salmos que merecen una mención especial.

Cristo experimentó profundamente el amor del Padre que le alaba públicamente. El Dios de Jesús es el Dios de la experiencia del pueblo judío en el AT pero experimentado de una manera profundamente diversa dada su persona de Hijo de Dios y su misión redentora. Jesús no expresa la relación con el Padre en forma de amistad sino de amor filial. Sin embargo las relaciones entre el Padre y el Hijo están marcadas por la unión más profunda, por la comunicación, la confianza, fidelidad, entrega, etc. Es decir por las manifestaciones de toda amistad. Los escritos de San Juan evangelista son la mejor reflexión sobre la intimidad que existió entre Jesús y el Padre.

El mismo Jesús ofrece los elementos para la amistad del hombre con Dios. Son la gracia, la fe y la caridad que culminan con el misterio de la inhabitación: «si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él». (Jn 14,23; cf. 1Jn 4,7-10; Jn 15, 9-7; Rom 8,25, 1cOR 13, 1-9). El cristiano responde con la caridad, virtud teologal por la cual ama a Dios sobre todas las cosas, a sí mismo y al prójimo por Dios (Dt 6,4-5; 10,12; Mt 22,37; Lc 10,27: 1Cor 13, 1-13). Este amor teologal es una participación del amor de la Trinidad que invade al hombre por la gracia y conduce a Dios. Más aún, Jesús, identificado con el Padre, concede el don de la amistad: «en adelante, ya nos os llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su Señor. Desde ahora os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que oído a mi Padre» (Jn 15, 15). Se trata de una amistad completa que incluye elección y confianza: «no me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he destinado para que vayáis y deis fruto abundante y duradero» (Jn 15, 16).

El cristiano, amigo de Dios. La raíz de la amistad con Dios radica en este principio: todo cristiano que posee la caridad, vive en amistad con Dios. Siguiendo a Santo Tomas, la teología define la caridad como una «especial amistad del hombre con Dios» (S. Th. II-II, 23,1; cf. Jn 15,14-15). La amistad para Santo Tomás es el «amor de benevolencia fundado sobre alguna comunicación» (S. Th. 1-2, q.65 a.5; 2-2, q.23) La vida de muchos creyentes confirma que vivieron en auténtica amistad con Dios, con un amor mutuo desinteresado, como una relación de confianza, intimidad, ayuda mutua y comunicación. A semejanza de la amistad humana, los amigos de Dios procuraron estar juntos el mayor tiempo posible, compartir con Dios cuanto poseían, vivir en profunda unión, sacrificarse y estar dispuestos hasta dar la vida por el amigo.

El creyente contempla a Dios como Amigo personal en toda la vida. “Siente” a Dios en el fondo del corazón (inhabitación) y “lo ve” que está detrás de la creación, en la Biblia, la Eucaristía, las personas, (especialmente en los pobres), trabajos, relaciones, acontecimientos, respuestas positivas, tentaciones y hasta en las caídas con su arrepentimiento. Entonces surge la contemplación porque los que se aman, en ocasiones, su comunicación se da sin palabras: basta con mirarse o contemplar el rostro de la persona amada. En ella se cumple la definición de Santa Teresa de Jesús que define la oración como una íntima relación de amistad estando a solas con quien sabemos que nos ama (Vida 8,5).
Volver arriba