Desde el heroísmo: Jesús, ¿un “superman” del amor fraterno o “algo más”?
Jesús despierta la admiración por los valores de su personalidad; fascina por la doctrina revolucionaria sobre de las relaciones interpersonales, motiva por su amor apasionado con el prójimo, y se muestra más cercano cuando comparte el sufrimiento humano con su pasión y muerte. Lamentablemente muchas personas se quedan con estos aspectos humanos de Jesús al que califican como gran benefactor de la humanidad, “superman” del amor fraterno, primer líder de una ONG, auténtico revolucionario, excepcional personaje filantrópico, liberador y guía de los hombres...
Pero, ¿es que no hay “algo más” en la figura de Jesús (persona y mensaje) que explique su índole revolucionaria y su amor apasionado por todos los hombres? Este artículo presenta el amor de Jesús en varias manifestaciones y enumera las claves del “por qué” profundo de su amor fraterno.
1ª Jesús en comunión con todos
La condición esencial para amar consiste en ver al otro como algo propio. Más aún, en identificarse con los intereses y la misma felicidad del prójimo para establecer unas relaciones de comunión, antítesis del egoísmo. El amor verdadero radica en la capacidad de vibrar por el tú, por sus intereses y alegrías.
Estos rasgos del amor están presentes en la vida de Cristo, el hombre para los demás. Nadie estuvo tan radicalmente unido a los hombres como Jesús. Con todos, pero especialmente con los pobres y los oprimidos. Encontramos en Jesús una innegable comunión con los habitualmente marginados por la sociedad como eran los miserables, los pecadores, las mujeres de la vida, los leprosos y los despreciados publicanos.
Y como sintonizaba con el prójimo, Jesús conocía su problemática. Así, por ejemplo, el salario de los viñadores parados, la problemática de la siembra y de la pesca, la alegría de una boda, el amor paterno que solamente da cosas buenas a sus hijos. Jesús conocía las esperanzas y gozos de los hombres porque estaba en constante contacto con la gente, se acercaba a todos sin prejuicios, con una preocupación personal cualquiera que fuese la clase social, su origen o su creencia. Le preocupa Nicodemo el aristócrata, la samaritana extranjera, la Magdalena prostituta, Zaqueo el rico, el centurión romano y el ciego de Jericó con el mismo interés que Lázaro su amigo, la samaritana, la mujer adultera, la viuda de Naím o Marta y María.
2ª Jesús comprende y se compadece
El que ama “se pone en los zapatos” del otro y excusa a quienes ama al valorar su situación. Es la respuesta de Jesús cuando: explica la acción de la pecadora que le unge los pies frente a la incomprensión del fariseo que la condena (Lc 7, 36-50); no se irrita contra Samaria, como los hijos del trueno por no querer recibirle (Lc 9,53-56); defiende a los apóstoles que habían tomado espigas en sábado (Mt 12, 1-8) y que no se lavaban las manos al comer el pan (Mt 15, 1-11), y excusa a los apóstoles que no guardaban el sábado (Mt 12, 3-8).
En todo momento brilla la actitud de quien dice: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29).
Junto a la comprensión, la persona que ama, identificada con el otro, siente el mal ajeno. Así lo comprobamos en Jesús que se compadece de las turbas que están como ovejas sin pastor (Mt 9,36) y que le siguen sin tener qué comer (Mt 15, 32; 14, 16); de las hijas de Jerusalén que lloraban al verle camino del calvario (Lc 23, 27-28); y de los enfermos suplicando la curación (Mc 1,41). También se apiada de la mujer adúltera, acusada por quienes eran peores que ella (Jn 8, 10-11).
Éstas y otras manifestaciones surgen de quien invita convencido: “venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11, 28)
3ª Es servicial y ama a todos con desinterés
Jesús se acercaba a los hombres para dar y darse con generosidad, desinteresadamente. Está siempre dispuesto a prestar ayuda al necesitado porque su conducta estuvo regida por este criterio: “el hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir” (Mt 20,28; Mc 10,45). Y así su vida pública fue un permanente servicio tanto cuando evangelizaba con la buena nueva del Reino de Dios, como cuando sanaba a toda clase de enfermos o alimentaba a las masas o resucitaba en casos especiales. Entre los innumerables pasajes, seleccionamos algunas citas: recorría ciudades...predicando el evangelio del reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia (Mt 9,35); convirtió el agua en vino para librar a unos esposos de la afrenta social (Jn 2, 3-10); multiplicó los panes y peces para dar de comer a más de cinco mil personas (Mt 14, 13-21); expulsó a muchos endemoniados y lanzó los espíritus con su palabra, y curaba a todos los enfermos” (Mt 8,16); sanó a dos paralíticos, uno de ellos enfermo hacía treinta y ocho años (Mt 9,2-7; Jn 5 1-5); libró de sus padecimientos a la mujer hemorroisa (Mt 9, 18-22) y a la mujer encorvada (Lc13, 10-17); resucitó al hijo de la viuda de Naim (Lc 7,11-15), a la hija de Jairo (Mc 5,35-43) y a Lázaro su amigo (Jn 11,38-44).
4ª Amor profundo: Jesús perdona y se sacrifica hasta dar su vida
El amor profundo es la respuesta de quien se sacrifica para hacer felices a los demás, ama a las personas desagradecidas, perdona al enemigo y practica otras exigencias tal y como pide la Palabra de Dios (Mt 5,35-48; Lc 6,27-38; 1Cor 13, 1-10).
Jesús predico y practicó el amor profundo. Son significativos estos ejemplos de quien “amó hasta el extremo” (Jn 13,2) y afirmó “yo soy el buen pastor”. El buen pastor da la vida por sus ovejas (Jn 10,11); “esta es mi sangre de la Alianza, que por muchos es derramada para remisión de los pecados (Mt 26,28). Amor profundo manifestó Jesús al perdonar a los que le crucificaban (Lc 23, 34), y cuando lava los pies, besa y da la paz a Judas (Mt 26, 50; Jn 13, 5.12).
¿Algo más en Jesús? ¿Por qué amó apasionadamente a los hombres?
Adelantamos las claves de ese “algo más” que desarrollaremos en otros artículos:
1ª Las exigencias del Reino de Dios. El proyecto de Jesús, la Buena nueva del Reino de Dios, pide el testimonio radicalizado sobre la verdad, la justicia, la libertad, la paz, la vida, la gracia y, sobre todo, el amor. El Maestro enseñó y exigió un amor fraterno sin límites, revolucionario. Es lógico que él, coherente, fuera el primero en practicar lo que exigía a los demás.
2ª La voluntad de Dios Padre. La obediencia filial es otra razón que justifica su amor al prójimo. Jesús manifiesta que «el mundo tiene que comprender que amo al Padre y que cumplo su encargo» (Jn 14,31); como buen Pastor entrega la vida por sus ovejas, como se lo mandó su Padre (Jn 10,1-21). Más aún: «como el Padre me amó, os amé también yo» (Jn 15,9); «amaos como yo os he amado» (Jn 13,34; 15,12).
3ª La identidad completa de Jesús. Es la razón más profunda de su amor hacia el prójimo. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, es el Enmanuel, el Dios con nosotros revelado como Amor (1Jn 4,8) que, además de su misión redentora, viene a enseñarnos con el ejemplo cómo amar al prójimo. En sus relaciones interpersonales no hace sino reflejar el amor que Dios nos tiene.
Pero, ¿es que no hay “algo más” en la figura de Jesús (persona y mensaje) que explique su índole revolucionaria y su amor apasionado por todos los hombres? Este artículo presenta el amor de Jesús en varias manifestaciones y enumera las claves del “por qué” profundo de su amor fraterno.
1ª Jesús en comunión con todos
La condición esencial para amar consiste en ver al otro como algo propio. Más aún, en identificarse con los intereses y la misma felicidad del prójimo para establecer unas relaciones de comunión, antítesis del egoísmo. El amor verdadero radica en la capacidad de vibrar por el tú, por sus intereses y alegrías.
Estos rasgos del amor están presentes en la vida de Cristo, el hombre para los demás. Nadie estuvo tan radicalmente unido a los hombres como Jesús. Con todos, pero especialmente con los pobres y los oprimidos. Encontramos en Jesús una innegable comunión con los habitualmente marginados por la sociedad como eran los miserables, los pecadores, las mujeres de la vida, los leprosos y los despreciados publicanos.
Y como sintonizaba con el prójimo, Jesús conocía su problemática. Así, por ejemplo, el salario de los viñadores parados, la problemática de la siembra y de la pesca, la alegría de una boda, el amor paterno que solamente da cosas buenas a sus hijos. Jesús conocía las esperanzas y gozos de los hombres porque estaba en constante contacto con la gente, se acercaba a todos sin prejuicios, con una preocupación personal cualquiera que fuese la clase social, su origen o su creencia. Le preocupa Nicodemo el aristócrata, la samaritana extranjera, la Magdalena prostituta, Zaqueo el rico, el centurión romano y el ciego de Jericó con el mismo interés que Lázaro su amigo, la samaritana, la mujer adultera, la viuda de Naím o Marta y María.
2ª Jesús comprende y se compadece
El que ama “se pone en los zapatos” del otro y excusa a quienes ama al valorar su situación. Es la respuesta de Jesús cuando: explica la acción de la pecadora que le unge los pies frente a la incomprensión del fariseo que la condena (Lc 7, 36-50); no se irrita contra Samaria, como los hijos del trueno por no querer recibirle (Lc 9,53-56); defiende a los apóstoles que habían tomado espigas en sábado (Mt 12, 1-8) y que no se lavaban las manos al comer el pan (Mt 15, 1-11), y excusa a los apóstoles que no guardaban el sábado (Mt 12, 3-8).
En todo momento brilla la actitud de quien dice: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29).
Junto a la comprensión, la persona que ama, identificada con el otro, siente el mal ajeno. Así lo comprobamos en Jesús que se compadece de las turbas que están como ovejas sin pastor (Mt 9,36) y que le siguen sin tener qué comer (Mt 15, 32; 14, 16); de las hijas de Jerusalén que lloraban al verle camino del calvario (Lc 23, 27-28); y de los enfermos suplicando la curación (Mc 1,41). También se apiada de la mujer adúltera, acusada por quienes eran peores que ella (Jn 8, 10-11).
Éstas y otras manifestaciones surgen de quien invita convencido: “venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11, 28)
3ª Es servicial y ama a todos con desinterés
Jesús se acercaba a los hombres para dar y darse con generosidad, desinteresadamente. Está siempre dispuesto a prestar ayuda al necesitado porque su conducta estuvo regida por este criterio: “el hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir” (Mt 20,28; Mc 10,45). Y así su vida pública fue un permanente servicio tanto cuando evangelizaba con la buena nueva del Reino de Dios, como cuando sanaba a toda clase de enfermos o alimentaba a las masas o resucitaba en casos especiales. Entre los innumerables pasajes, seleccionamos algunas citas: recorría ciudades...predicando el evangelio del reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia (Mt 9,35); convirtió el agua en vino para librar a unos esposos de la afrenta social (Jn 2, 3-10); multiplicó los panes y peces para dar de comer a más de cinco mil personas (Mt 14, 13-21); expulsó a muchos endemoniados y lanzó los espíritus con su palabra, y curaba a todos los enfermos” (Mt 8,16); sanó a dos paralíticos, uno de ellos enfermo hacía treinta y ocho años (Mt 9,2-7; Jn 5 1-5); libró de sus padecimientos a la mujer hemorroisa (Mt 9, 18-22) y a la mujer encorvada (Lc13, 10-17); resucitó al hijo de la viuda de Naim (Lc 7,11-15), a la hija de Jairo (Mc 5,35-43) y a Lázaro su amigo (Jn 11,38-44).
4ª Amor profundo: Jesús perdona y se sacrifica hasta dar su vida
El amor profundo es la respuesta de quien se sacrifica para hacer felices a los demás, ama a las personas desagradecidas, perdona al enemigo y practica otras exigencias tal y como pide la Palabra de Dios (Mt 5,35-48; Lc 6,27-38; 1Cor 13, 1-10).
Jesús predico y practicó el amor profundo. Son significativos estos ejemplos de quien “amó hasta el extremo” (Jn 13,2) y afirmó “yo soy el buen pastor”. El buen pastor da la vida por sus ovejas (Jn 10,11); “esta es mi sangre de la Alianza, que por muchos es derramada para remisión de los pecados (Mt 26,28). Amor profundo manifestó Jesús al perdonar a los que le crucificaban (Lc 23, 34), y cuando lava los pies, besa y da la paz a Judas (Mt 26, 50; Jn 13, 5.12).
¿Algo más en Jesús? ¿Por qué amó apasionadamente a los hombres?
Adelantamos las claves de ese “algo más” que desarrollaremos en otros artículos:
1ª Las exigencias del Reino de Dios. El proyecto de Jesús, la Buena nueva del Reino de Dios, pide el testimonio radicalizado sobre la verdad, la justicia, la libertad, la paz, la vida, la gracia y, sobre todo, el amor. El Maestro enseñó y exigió un amor fraterno sin límites, revolucionario. Es lógico que él, coherente, fuera el primero en practicar lo que exigía a los demás.
2ª La voluntad de Dios Padre. La obediencia filial es otra razón que justifica su amor al prójimo. Jesús manifiesta que «el mundo tiene que comprender que amo al Padre y que cumplo su encargo» (Jn 14,31); como buen Pastor entrega la vida por sus ovejas, como se lo mandó su Padre (Jn 10,1-21). Más aún: «como el Padre me amó, os amé también yo» (Jn 15,9); «amaos como yo os he amado» (Jn 13,34; 15,12).
3ª La identidad completa de Jesús. Es la razón más profunda de su amor hacia el prójimo. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, es el Enmanuel, el Dios con nosotros revelado como Amor (1Jn 4,8) que, además de su misión redentora, viene a enseñarnos con el ejemplo cómo amar al prójimo. En sus relaciones interpersonales no hace sino reflejar el amor que Dios nos tiene.