¿Cómo pasar a la otra orilla según Benedicto XVI?

El protagonista peregrino necesita un medio, ¡un puente!, que le facilite el paso de la tierra a la otra orilla, a la vida eterna. En la encíclica Spe salvi aparece bien claro que es Cristo-camino. El Salvador ofrece a toda persona una esperanza fiable y todo un mensaje salvífico para peregrinar durante su estancia en la tierra, un mensaje que se resume en el amor, en el ofrecimiento y en la aceptación del sufrimiento. He aquí resumido el pensamiento del Papa, a veces con textos explícitos o, simplemente, con referencias.

El puente

Entre la meta última que está en la otra orilla y el protagonista que se encuentra en la vida temporal, encontramos el medio que une la tierra con el cielo. Cristo Salvador es por antonomasia el medio, el puente, el pontífice. El, camino y verdad, vino para que tengamos vida. Es el Dios con rostro humano Y por este puente camina quien aceptó a Jesucristo con fe y con una esperanza “fiable”. Estamos ante Cristo Pastor que revela la vida eterna y que guía al peregrino por el valle de la muerte.

Jesucristo comunica la vida. Es Dios con rostro humano
Jesús, que dijo de sí mismo que había venido para que nosotros tengamos la vida y la tengamos en plenitud, en abundancia (cf. Jn 10,10), nos explicó también lo que significa «vida»: «ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo» (Jn 17,3)
Jesús es el Dios con rostro humano (27). Y Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto (31)

Él, Jesús, nos indica el camino del más allá.
La relación con Dios se establece a través de la comunión con Jesús (que) se entregó a sí mismo en rescate por todos nosotros (cf. 1 Tm 2,6). (28). Ahora Dios revela su rostro precisamente en la figura del que sufre y comparte la condición del hombre abandonado, tomándolo consigo. El cordero inocente que sufre se ha convertido en la gran esperanza-certeza: Dios existe, y Dios sabe crear la justicia de un modo que nosotros no somos capaces de concebir y que, sin embargo, podemos intuir en la fe (43)
Dios, –la Verdad y el Amor en persona–, ha querido sufrir por nosotros y con nosotros. Bernardo de Claraval acuñó la maravillosa expresión: “Impassibilis est Deus, sed non incompassibilis”, Dios no puede padecer, pero sí puede compadecer (39).
Cristo no solamente es « informativo », sino también « performativo », es decir, sí puede transformar nuestra vida hasta hacernos sentir redimidos por la esperanza (4).

Aceptamos la fe como fundamento de quien vive en el Hijo La fe es la « sustancia » de lo que se espera; prueba de lo que no se ve (Hebreos 11, 1) (7) Y es una fe impregnada de esperanza y que al mismo tiempo la prepara (8). El ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir:.« Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí” (Ga 2,20) (26) .

Cristo ofrece la esperanza fiable que lleva a Dios, el Señor
La esperanza es clave para la salvación (Rm 8,24). Se trata de una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente aunque sea fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino (1). Y es una esperanza activa, con la cual luchamos para que las cosas no acaben en un « final perverso»(34).
Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza”, al Dios “Señor” como lo descubrió Josefina Bakhita (3).

Una esperanza unida a Cristo y comprometida con el prójimo Estar en comunión con Jesucristo nos hace participar en su ser “para todos”, hace que éste sea nuestro modo de ser. Nos compromete en favor de los demás, pero sólo estando en comunión con Él podemos realmente llegar a ser para los demás, para todos, (como) .Cristo (que) murió por todos. Vivir para Él significa dejarse moldear en su “ser-para” (28). (Porque) la esperanza en sentido cristiano es siempre esperanza para los demás (34).
En los tiempos modernos se ha desencadenado una crítica cada vez más dura contra este tipo de esperanza que consistiría en puro individualismo, que habría abandonado el mundo a su miseria y se habría amparado en una salvación eterna exclusivamente privada (13). (La Spe salvi en el n.16 se pregunta cómo se ha llegado a una interpretación individualista del “salva tu alma”. Y en el n.25 habla del cristianismo moderno que se ha replegado sobre sí y ha reducido la esperanza)

Los modos de caminar

Por el puente de la vida todos caminan, pero es muy diferente la manera de “andar” de cada persona. El cristiano consciente de su vocación marcha con el ritmo de la caridad, ofrece su vida a Dios, se comunica con frecuencia con el Padre que le espera, acepta el dolor y ayuda a los que sufren.

El amor redime, ofrece lo que tiene y prepara para la vida plena
No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor (26). Porque quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente «vida», ( que ) es sencillamente vida en toda su plenitud (27). ¿Y cómo manifestar el amor? Entre otras manifestaciones, dice el n. 40 incluyendo las “pequeñas dificultades en el gran com-padecer de Cristo” y así formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano. De esta manera, las pequeñas contrariedades diarias podrían encontrar también un sentido y contribuir a fomentar el bien y el amor entre los hombres”).

El amor consuela y sufre con y por el prójimo La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre (38). La palabra latina consolatio, consolación, lo expresa de manera muy bella, sugiriendo un « ser-con » en la soledad, que entonces ya no es soledad (38). Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor..., son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo (39). También la capacidad de aceptar el sufrimiento por amor del bien, de la verdad y de la justicia, es constitutiva de la grandeza de la humanidad (38). (Por lo tanto) una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana (38).

¿Y quienes son los que caminan por este puente que también es el valle de la muerte? Los cristianos coherentes que siguen los pasos de Cristo pastor, invocan a María estrella y pueden comunicarse con Dios. Será el tema del próximo artículo.
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