200NOU

Es verdad que la novedad no depende del calendario, sino del cambio de corazón y de la posibilidad de dejarnos transformar por la bondad, la fraternidad, la ternura, la compasión; actitudes y valores que, cambiándonos por dentro, nos hacen capaces de transformar nuestro entorno… Y así, el bien, como círculos concéntricos en el agua, se va expandiendo.
Ayer escuchaba en la radio, mientras esperaba al médico, que una periodista decía que las previsiones para el año que comienza, eran tan malas, que para felicitar el año había que decir “Feliz 2010”, año en que supuestamente comenzaremos a salir de la “crisis”. Y pensé: “No vamos bien”. Parece ser que “solo es malo” lo que nos afecta personalmente o aquello que puede de alguna manera desestabilizar nuestro bienestar… Y como la “crisis” financiera, de alguna manera nos afectará a todos (¿?), mejor que pase.
Pero ocurre que hace mucho tiempo que mucha gente de nuestro entorno y de lejos, padece una larga y agónica crisis…. Pero cuando es a los pobres, a los que no cuentan a los que les afecta, ¡no pasa nada!... Pero también estamos ante una crisis de valores, tan o más grave que la financiera… seguramente ésta última es fruto de que el sistema no da para más, de que están en crisis otros valores que se han olvidado: la palabra dada, la lealtad, la fidelidad, el buenhacer, etc…. Y en cambio hoy es fácil ver cómo impunemente conviven en la sociedad, la usura, la explotación, la injusticia….
La paz, hace aguas por todas partes: el Congo, la India Mozambique, Palestina-Israel; la FARC, ETA; los niños soldados, la prostitución, los abusos de menores, etc. Etc.
El mensaje de la Navidad nos dice que Jesús ha puesto su tienda entre nosotros, que Él camina con su pueblo y que comparte nuestro anhelo y nuestra lucha por la justicia y la paz; por una sociedad más fraterna y solidaria….
Si de verdad nos creyéramos su mensaje, seguramente nuestra prepotencia y orgullo se fundirían ante “un niño vulnerable” que viene de parte de Dios –y es Dios- a amarnos como Dios nos ama y a invitarnos a hacer nosotros lo mismo, con respeto, sencillez, cariño; respetando el tiempo del otro, sus forma de pensar y hacer, etc. La prepotencia, el querer que todos piensen como uno, el anatematizar a los hermanos en la fe, el imponer “mi verdad” a costa de “La verdad que es Jesús” por la fuerza del poder –que no de la autoridad-, nada tiene que ver con la Caridad evangélica y con el mensaje que un año más nos propone Jesús al celebrar su nacimiento en nuestra tierra.
Que el 200NOU, sea un año de novedad profunda, que se pueda decir de los discípulos de Jesús, “Mirad cómo se aman”, y que desaparezca del mapa de la Iglesia y de las comunidades cristianas, la desconfianza, la descalificación, la condena escondida en el anonimatos, la falta de caridad.
Hermanos y amigos, feliz año nuevo y que sepamos descubrir que la Paz nos visita: “Está brotando: ¿no lo notáis?”
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