¡Basta de hipocresía!

Como muchos lectores de este portal y de otros sitios, he leído el informe en el que se habla de las ayuda solicitadas a Caritas, en el que se dice que respecto al 2007, ya se ha superado en un cuarenta por ciento la petición de ayudas.

Dicha información revela que las partidas en las que más se nota esta demanda son las de familias acogidas, inmigrantes, gente sin trabajo, etc. y que se prevé que en los próximos meses las cifras aumenten.

La crisis está golpeando muy fuerte a la gente, y los políticos y los que no la padecen directamente en sus “carnes”, nos hablan de ella por activa y por pasiva, como para que nos creamos que realmente están haciendo algo para salvarnos de sus nefastas consecuencias, o de sus mordiscos más o menos importantes.

Ante todo esto, lo que realmente me preocupa, son las inyecciones millonarias para rescatar a los bancos al precio que sea, y me preocupa más que no se tenga tanta diligencia para rescatar a las personas, a los más pobres, a los más vulnerables de la sociedad, a las familias acogidas, a los jubilados que malviven con pensiones de hambre, a los parados, a los inmigrantes, a los…… ¡Gente con nombre y apellido, con rostro, que pasa hambre, o que no tiene un techo, ni lo necesario para sobrevivir!

Hoy, releyendo este artículo de Caritas, quiero decirlo bien claro: ¿Hasta cuándo vamos a vivir en esta hipocresía institucional?

¡No puede ser que continúe el maridaje con el capital sin entrañas ignorando a las personas!

¿Quién inyectará dinero para paliar la situación de los tres mil trabajadores de Nissan que van a la calle, o los doscientos cuarenta y ocho de Pirelli, o los de SEAT, o los de la empresa que sean?

Pensemos un poco… y tal vez, lo único que podamos hacer y que realmente sea eficaz, es ser solidarios con los que tenemos más cerca. Al menos eso, habrá hecho que en algo cambie la situación, aunque sea una, ¡y muy pequeñita! Se trata de comenzar…

Eso sí, no olvidemos el recurso infalible de la oración, que es la que nos da fuerzas para no desesperar y la que poco a poco nos cambia el corazón


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