Nuevas formas de pobreza

La bonanza económica de los últimos años en Europa ha ido gestando a sus entrañas una gran crisis, fruto de la trampa y del engaño de un sistema capitalista sin escrúpulos, construido sobre la especulación que utilizaba a las personas para conseguir el enriquecimiento de unos pocos a partir de la explotación y de una nueva forma de esclavitud: los créditos indiscriminados y las hipotecas de fácil acceso y de case eterna duración.
Muchas, muchísimas personas de diferentes estamentos de la sociedad han sido atrapadas por los tentáculos de este sistema ya agotado, y de repente, en los últimos meses, estamos asistiendo al surgimiento de nuevas formas de pobreza, con un rostro muy crudo, hasta ahora desconocido para la inmensa mayoría de conciudadanos.
Cuando se veía que algo no funcionaba, hace un par de años, la inmigración a gran escalera, era vista con ojos no benévolos por muchos que decían ver amenazado sus puestos de trabajo o las posibilidades para acceder a ellos, cuando en realidad la gran mayoría de los inmigrantes hacían el trabajo que nadie quería o el trabajo más marginal y precario.
Hasta ahora el objetivo de muchos era llegar a ser funcionarios para garantizar su estabilidad, el de otros era el de trabajar en la profesión escogida.
Las facilidades dadas por los bancos, ha hecho subir el nivel de vida de muchos hasta niveles insospechados; personas que pese a la aparente estabilidad económica estaban ya hipotecadas de por vida.
Pero de repente parece que el sistema ha hecho un crack y a nivel mundial se habla de una gran crisis económica. La crisis se ha globalizado y con ella han salido a la superficie nuevas formas de pobreza, -nuevos pobres- en nuestras ciudades, en nuestros barrios y familias, etc., y la exclusión social aumenta considerablemente día tras día, hasta el punto de que hoy podemos hablar de gente que no tiene lo necesario, para algo tan esencial, como es el alimento cotidiano. “El pan de cada día”.
Sin dudas a las pobrezas conocidas se suman las de los inmigrantes que hasta ahora podían incluso enviar dinero a sus países de origen, pero que en estos momentos, con muchas dificultades intentan sobrevivir o llegar a final de mes.
Muchos jóvenes que se habían emancipado, no pueden pagar el alquiler y ha aumentado lo numero de personas que viven en casas ocupadas, que duermen en los coches o en las calle.
El cierre masivo de empresas ha disparado el número de personas que se encuentran en el paro, y muchos ya han agotado este recurso y se ven forzados a pedir una ayuda a los servicios sociales u otras instancias, que cada vez son más insuficientes debido al aumento considerable de gente en situación de precariedad, marginación y/o exclusión social.
Los pisos son subastados sin haber sido pagados, y muchos deben entregar las llaves al bancos, lo que comporta una desestructuración familiar importante: algunos deben volver a casa de los padres, y pueden hacerlo, pero otros que no tienen apoyo familiar, y se encuentran literalmente a la calle, incluso con familia a su cargo.
Millares y miles de personas buscan trabajo en un mercado laboral que se ha agotado. Y, los que aspiraban legítimamente a poder escoger una plaza de funcionario para disfrutar de estabilidad, ahora se ven abocados a la búsqueda del trabajo que pueda salir, el que sea, para poder sobrevivir.
Nos encontramos con personas empobrecidas, que han son víctimas de una estructura social injusta.
Nuevas formas de pobreza, como consecuencia de lo dicho antes, son también el miedo al futuro y la incertidumbre del presente; la situación de debilidad y vulnerabilidad, que generan un gran malestar físico y psíquico y que traen consigo sentimientos de soledad y abandono: de frustración.
Constatamos que estamos ante una situación nueva, que también está poniendo sobre la mesa, una nueva forma de riqueza humana que hay en nuestra sociedad: La gente no está indiferente ante el sufrimiento de tantas personas que viven cerca, y la solidaridad manifestada hacia países del tercer mundo hasta este momento, se está poniendo de manifiesto en la respuesta que se da a los llamamientos a compartir con los que tienen menos.
Sumando voluntades, multiplicaremos resultados, y seguro que si nos dejamos transformar por esta situación, aprenderemos a vivir lo más importante y esencial.
La crisis nos ha de humanizar y nunca endurecer. Es una tarea de todos, y se posible.