Volver a comenzar

Esta tarde el ir y venir de gente, los coches con los claxon impacientes, las prisas, el estrés, ponían en evidencia que el nuevo curso ha comenzado. Muchos hacen esfuerzos para asumir que el descanso es solo un recuerdo, y para encarrilarse en la vorágine cotidiana que sin darnos cuenta nos devora a todos.

En medio de ese tumulto de caras estresadas y de ruidos insoportables, con los consecuentes insultos a los conductores distraídos o con reflejos más lentos, me hacía a mí misma el propósito de vivir el momento presente, de disfrutar del instante que estoy viviendo y sobre todo de no dejar de amar la vida y las oportunidades que ella me da.

Es verdad que hay muchos momentos difíciles, crisis, y problemas, pero si a ellos los asumimos siendo dueños de nosotros mismos y no tirando la toalla ante las dificultades, seguro que no dejaremos que nada ni nadie nos hipoteque la capacidad para ser felices “a pesar de todo”.

Esta mañana una niña de seis años me decía mientras me mostraba su flamante cuaderno: “- Este año ya soy grande, y por eso voy a hacer una letra muy bonita, y lo que es más importante no voy a hacer borrones que dejan mi cuaderno feo y enfadan a mi madre”.

Deseo que seamos capaces de “hacer buena letra”, de dejar que los otros puedan leer con claridad lo que hay en las páginas de nuestra vida, y si hay “borrones” que ellos nos sirvan para comprender a los que, como nosotros, quieren escribir su historia con una letra muy bonita, pero que como nosotros, también se equivocan, y sin querer a veces, hacen enfadar a los demás.

Volvemos a comenzar un nuevo en el que tenemos la posibilidad de vivir a tope. No dejemos pasar esta oportunidad, ni que la prisa, el estrés ni la velocidad nos impidan disfrutar del instante presente.Y si erramos, ¡volver a comenzar!, porque, no lo olvidemos, ¡el mejor escribano, echa un borrón!

Os dejo una “perla” de sabio científico jesuita Pierre Teilhard de Chardin, puede ser una buena manera de comenzar el curso y su relectura, seguro que nos refrescarà el camino a medida que pasen los días:

No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí,
y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
En el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de paz de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado,
triste,
adora y confía.

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