Un exorcista ¡como Dios manda!

En otra ocasión ya hablé del Padre Juan José Gallego, exorcista de la arquidiócesis de Barcelona y amigo personal. De este tema confieso que no conozco mucho, que me da respeto, y que pensaba que eso ya era pasado y no tenía hoy vigencia. Gracias al padre Juanjo, al menos conozco más de cerca algunos casos, y el tema en sí mismo. Él insiste que lo que más ha de hacer es “sacar a los falsos demonios”, esto es, ayudar a muchas personas que sufren y que creen tener un espíritu “maligno”, y que en realidad padecen a causa de alguna enfermedad, trauma, etc.; a otras personas que dicen estar “poseídas” y que esto es una excusa para no hacer o hacer cosas. Él explica que la inmensa mayoría de personas que acuden a él, han tenido algún contacto con adivinos/as, guija, magia negra, espiritismo, brujería, etc.

El sábado pasado dio una charla en Manresa, y a todos “convenció” por su sencillez, y sobre todo por su sentido común y su sentido evangélico. Insistía a tiempo y a destiempo: Yo no expulso demonios, simplemente oro, y en nombre de Dios, llegado el caso, mando, con los medios que me da la Iglesia, a un espíritu que abandone a una persona. Confesó que al principio tenía un cierto temor, pero que sabe que la ayuda de Dios es más grande y poderosa que nada, y que la oración le sostiene.

Hace unas semanas comenzamos a ver nuevamente las imágenes de otro exorcista de España, cuyo aspecto exótico, dista mucho de la discreción del padre Juanjo.

Hoy leo que éste exorcista, no se siente valorado o acogido en España, y no voy a entrar en aquellos de “nadie es profeta en su tierra” porque no creo que sea ese el motivo de su “no aceptación” o al menos de los reparos de algunos, y también los míos. Un tema tan delicado, no creo que deba ser puesto en el candelero tan fácilmente, y menos que se haga de él un espectáculo para despertar la atención. Reconozco también que hay que conocer a las personas, y que en la “variedad” a veces, algunos encuentran el gusto.

En la charla que mencioné del Padre Juanjo, en la que tuve que presentarlo, confieso que quedé reconfortada: El protagonista “no es el exorcista”, sino Dios que está por encima de todo y que quiere liberarnos del mal.

Se trata de personas que viven un drama terrible y que necesitan ayuda.

Más allá de mi sensibilidad o desconocimiento por el tema, creo que es importante que haya personas, prudentes, sencillas, y muy humildes, que escuchen a los que padecen, y los ayuden a liberarse de cuánto les hace sentirse mal.

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