La paz nace en el corazón

Tampoco creo que hayamos tenido constancia de tantos hechos nacidos del odio, el resentimiento, el deseo de venganza, como hasta la fecha. Y sin embargo, dudo que en otros tiempos se haya cantado tanto al amor como en los nuestros.
Dicho esto parece real la sentencia popular que reza diciendo: “Dime de qué hablas, y te diré de qué careces”.
Suspiramos por lo que no tenemos y lo hacemos objeto de nuestras reivindicaciones, luchas y causas… Pero la paz y el amor estables y duraderos, no acaban de llegar y de instalarse en nuestra historia. Tal vez todavía nos falta da un paso más: Dejar que el amor y la paz se instalen en nuestros corazones y sean quienes nos modelen y animen.
Sin duda el laboratorio más perfecto de la convivencia y de las relaciones humanas fluidas con gestos y actitudes humanizadoras, es el propio corazón. Allí nace lo mejor –y también lo peor- de la humanidad… Y si no tenemos paz, ni amor, es porque todavía hay muchos corazones heridos y lastimados por las lanzas y flechas disparadas de otros corazones igualmente heridos y enfermos, tal vez instalados en el egoísmo y el desamor.
Hoy más que nunca, es urgente andar el camino al propio corazón y dejar que en él se geste aquello que anhelamos y que puede fecundar nuestras vidas y transformar la historia.
Que la paz y el amor, se gesten en nuestro interior, y den frutos de fraternidad.