Detesto a los profetas de calamidades, y hasta ahora me rebelaba porque los que más hablaban de la crisis, eran los que no la padecían. Hoy nadie la puede negar, y sin duda es el tema que más preocupa y ocupa.

Qué duda cabe que el gobierno es consciente del compromiso de Caritas y de tantas instituciones religiosas –de varias religiones, ¡también de la Católica!- con los más pobres, y que en realidad son las que están socorriendo a los más pobres y necesitados.

Hace unos años la gente pedía llegar a fin de mes….

Hoy la gente necesita comer cada día, y eso para muchos es una hazaña.

Ayer me impresionó abrir la puerta del Convento a las 9 de la mañana, cuando iba a apagar unas luces, y encontrarme con una veintena de hombres que venían a buscar un bocadillo y algo más… Personas jóvenes, la mayoría, y desesperados porque no tienen cómo sobrevivir…. A ellos no les hablemos de crisis, de causas ni de previsiones, ellos solo saben que tienen hambre, que quieren comer y si ¡no es mucho pedir: Trabajar para ganarse la vida!

Que entre todos, en lugar de perder el tiempo en aquello que nos divide, demos testimonio de la fe arrimando el hombro y haciendo que la Iglesia viva en cada uno de sus miembros lo único importante: LA CARIDAD EVANGÉLICA bien entendida, compartir y dar dándonos, como Jesús.

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