Iniciativa de la Red de Entidades por la R.D. del Congo Móviles manchados de sangre

(Samuel Gutiérrez, en Catalunya Cristiana).- La industria del móvil, tan floreciente hoy en día, esconde un lado oscuro, sanguinario, del que apenas nadie se atreve a hablar. Buena parte de los minerales utilizados en la producción de estos aparatos provienen de las minas de coltan situadas al este del Congo, una zona en permanente conflicto controlada por diversos grupos armados, que aprovechan la comercialización de estos minerales para financiar una cruenta guerra civil que en los últimos 15 años ha causado la muerte de más de cinco millones de personas.

La conclusión es irrefutable: nuestros móviles están manchados de sangre. La industria del móvil, que hace apenas unas semanas mostraba en Barcelona su cara más radiante, está financiando una guerra que, según Naciones Unidas, es la más sanguinaria desde la II Guerra Mundial.

Pocos, sin embargo, ante una realidad tan dramática y contrastada como ésta, se atreven a alzar la voz. La sombra de las todopoderosas multinacionales de telefonía móvil, que se presentan a menudo ante la opinión pública como «socialmente responsables», es actualmente demasiado larga. Así lo ha constatado en primera persona el director de cine danés Frank Piasecki Poulsen, que el pasado 17 de febrero presentó en Barcelona el documental Blood in the mobile («Sangre en el móvil»). La proyección, que abarrotó el cine Verdi Park, se enmarcaba dentro de una campaña de sensibilización y denuncia que acaba de iniciar en España la Red de Entidades por la R.D. del Congo.

Esta red, nacida en 2009, está formada por diversas entidades, ONG y centros de investigación (La Bretxa, Farmacéuticos Mundi, Justicia y Paz, Veterinarios Sin Fronteras, Escuela de Cultura de la Paz y la Liga de los Derechos de los Pueblos) que trabajan activamente desde la cooperación, sensibilización y denuncia en el conflicto de la República Democrática del Congo. Una de sus reivindicaciones más enérgicas es la falta de responsabilidad social corporativa y de transparencia de muchas empresas transnacionales en el país africano, entre ellas, de manera muy particular, empresas vinculadas a la industria del móvil. «El documental Blood in the mobile -afirma esta plataforma de entidades- expone claramente la dura realidad que sufre el Congo, mostrando la responsabilidad empresarial y la nuestra como consumidores en el conflicto.»

La conexión entre la guerra del Congo y los teléfonos móviles es un secreto a voces del que apenas se habla. Es una realidad que, simplemente, no interesa dar a conocer, y mucho menos denunciar. De ahí el interés del director Frank Poulsen por viajar al país africano para ver -y grabar- in situ lo que allí está sucediendo. El resultado ha sido un documental desgarrador, que muestra en crudo la situación de miles de personas, muchos de ellos menores de edad, que trabajan día y noche en las minas del este del Congo, explotados por grupos armados, dentro de túneles estrechos, en condiciones infrahumanas, para extraer los minerales que después acaban en nuestros teléfonos móviles. «Lo que allí descubrí era mucho peor de lo que había imaginado», confiesa Poulsen. Las imágenes, de un realismo aterrador, hablan por sí solas... Mientras tanto, afirma el director, «Occidente cierra los ojos y sigue comprando allí unos materiales que sabe que financian y retroalimentan una espiral destructiva sin fin». «Hoy el conflicto en el Congo -añade el director- se centra precisamente en la lucha por controlar unos recursos que en los últimos diez años se han revalorizado muchísimo... Yo creo que esta espiral de violencia sólo puede empezar a acabarse si se deja de financiar a los grupos armados a través de la compra de estos minerales.»

Además de la constatación flagrante de esta dramática realidad que se vive desde hace años en el Congo, en el documental Blood in the mobile Frank Poulsen y su equipo de producción intentan ir más allá y no dudan en pedir explicaciones a Nokia, la más importante compañía telefónica a nivel mundial, sobre su responsabilidad, aunque sea indirecta, en el conflicto. El director intenta, por activa y por pasiva, que la compañía garantice que no está comprando minerales de estas minas y que, por tanto, no está financiando la guerra. Tras más de un año de intentos frustrados, desde Nokia, que también está reconocida como empresa socialmente responsable, no pueden llegar a garantizarle lo que pide. Su única frase por respuesta es: «Hacemos todo lo que podemos.» «Es como un mantra que repiten una vez tras otra -critica Poulsen-, pero cuando se les pregunta qué es lo que están haciendo, no saben concretarlo, porque en realidad no están haciendo demasiado...»

El círculo vicioso se cierra. Parece que no hay salida. El mercado impone su ley y nada hace indicar que la pueda cambiar a favor de un pueblo, con recursos naturales inmensos, pero que sigue estando olvidado en el corazón de África. «Si no regulas el mercado -explica el director del documental-, el mercado acaba mostrando su lado más salvaje y cruel... Sólo regulando el mercado podremos detener este círculo vicioso de avaricia.»

En el trasfondo de un conflicto silenciado, como tantos otros en el continente negro, se halla el colonialismo que siglos atrás marcó para siempre la historia de África. «Los problemas de hoy son consecuencia de la colonización y expoliación a la que África ha sido sometida históricamente -precisa el documentalista danés- Ni siquiera hoy tienen verdaderamente el control de sus recursos. Ya no es imperialismo, pero sí capitalismo. El resultado es el mismo: unos pocos se benefician mientras la mayoría se muere de hambre.» Y añade: «No seamos ingenuos, sus enfrentamiento tribales y étnicos no son fruto de la casualidad. Son conflictos provocados y alimentados desde Occidente en el marco de un contexto de miseria y subdesarrollo. Es el eterno problema del tercer mundo. Nosotros los hemos alimentado y nos favorecemos de ellos. Por eso es tan importante, como primer paso para detener la guerra, cortar los flujos de dinero derivados de la comercialización de los minerales.»

¿Qué hacer, pues, ante una realidad como ésta? ¿Es posible hoy dejar de usar nuestros móviles y productos electrónicos? ¿Cómo ayudar a frenar esta espiral de violencia en África?... Éstas y otras preguntas resuenan en el espectador tras la proyección del documental. La sensibilización ha calado hondo, ahora llega el momento de pasar a la acción. Frank Poulsen, director de Blood in the mobile y comprometido activista social, invita a ser realistas y propone cuatro niveles de implicación: crear conciencia, hacer preguntas, intentar influir en los políticos y colaborar con organizaciones como las que han convocado la proyección. «No sé vosotros -acabó confesando Poulsen-, pero yo hoy no podría vivir sin móvil. La solución no es volver a la edad de piedra, sino intentar que las empresas hagan negocio, pero con una responsabilidad de justicia social, es decir pagando el precio justo por los recursos y garantizando que su beneficio llega en primer lugar a la población local.»

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