Flores de Kiskeya y Manos Unidas llevan atención médica, nutrición y formación a miles de personas En la frontera del rincón más olvidado del Caribe florece la esperanza… a largo plazo

Flores de Kiskeya y Manos Unidas llevan atención médica, nutrición y formación a miles de personas atrapadas en la pobreza extrema, la exclusión, las tensiones migratorias y el abandono de las instituciones en ambos lados de la frontera entre República Dominicana y Haití
Un proyecto que apuesta por devolver los derechos humanos, la salud y la esperanza a quienes lo han perdido todo
Romi Pérez, fundadora de Flores de Kiskeya: "La sostenibilidad es clave. No estamos aquí para quedarnos para siempre, sino para que las personas puedan caminar solas. Esa ha sido la visión compartida con Manos Unidas desde el inicio"
Romi Pérez, fundadora de Flores de Kiskeya: "La sostenibilidad es clave. No estamos aquí para quedarnos para siempre, sino para que las personas puedan caminar solas. Esa ha sido la visión compartida con Manos Unidas desde el inicio"
(Manos Unidas).- Flores de Kiskeya y Manos Unidas llevan atención médica, nutrición y formación a miles de personas atrapadas en la pobreza extrema, la exclusión, las tensiones migratorias y el abandono de las instituciones en ambos lados de la frontera entre República Dominicana y Haití.
Durante años, esta franja del sur del Caribe fue un corredor cotidiano. Miles de personas cruzaban la frontera a pie para comprar, vender, visitar a familiares o recibir atención médica. Era una frontera viva, sostenida por la interdependencia de dos pueblos que, a pesar de sus diferencias, compartían el mismo suelo y, muchas veces, las mismas necesidades.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Hoy, esa frontera ha cambiado drásticamente. Desde 2023, el cierre casi total de los pasos fronterizos, la construcción de un muro con torres de vigilancia y el aumento de la presencia militar han transformado este espacio en una zona de control, miedo y expulsión. En República Dominicana, el número de deportaciones ha aumentado de forma alarmante: solo en 2023, más de 250.000 haitianos fueron expulsados, entre ellos muchas mujeres y niños.

Mientras tanto, Haití atraviesa una crisis sin precedentes. En zonas como Puerto Príncipe o el departamento de Artibonite, bandas armadas controlan barrios enteros, imponen toques de queda y paralizan escuelas, hospitales y mercados. Aunque no todo el país sufre con la misma intensidad, la inestabilidad se extiende incluso a regiones más tranquilas, como Anse-à-Pitres, en la frontera sur, donde la pobreza estructural restringe el acceso a derechos básicos como la salud, la educación o la alimentación.
Es en este rincón del Caribe, uno de los más empobrecidos y tensos de la región, donde florece un proyecto que apuesta por devolver los derechos humanos, la salud y la esperanza a quienes lo han perdido todo. Impulsado por el socio local Flores de Kiskeya, en colaboración con Manos Unidas, el proyecto “Salud y Alimentación en la frontera Dominico-Haitiana" trabaja sin descanso para ofrecer acceso a servicios de salud y alimentación en dos localidades separadas por una frontera, pero unidas por los mismos desafíos: Anse-à-Pitres (Haití) y Pedernales (República Dominicana).
"Romi Pérez, fundadora de Flores de Kiskeya, con más de ocho años de experiencia en el terreno: 'La población está sufriendo muchísimo. Haití está invadido por bandas criminales. Muchísimas personas cruzan la frontera porque no tienen acceso a servicios básicos para sobrevivir'"
Un trabajo esencial en un área olvidada
En medio de este escenario hostil, el proyecto de Flores de Kiskeya y Manos Unidas da respuesta a las necesidades urgentes del día a día, a la vez que construye las bases para que las víctimas de esta situación tengan una vida digna.
La asistencia inmediata se centra en la salud y la alimentación —a través de clínicas móviles, programas de nutrición y talleres de autocuidado comunitario—, mientras que otras acciones, como los huertos ecológicos y la crianza de animales, buscan asegurar un acceso sostenible a los alimentos en el futuro.
"Cubrimos lo más básico: salud, alimentación, educación para el autocuidado. Si no comes, no puedes aprender. Si estás enfermo, no puedes trabajar. La idea es que estas personas puedan vivir con dignidad"

Las principales acciones del proyecto incluyen:
- Unidades médicas móviles que llegan a zonas remotas.
- Programas de nutrición enfocados en niños y mujeres embarazadas.
- Formación comunitaria en salud, higiene y alimentación.
- Huertos ecológicos y crianza de animales, para garantizar un acceso sostenible a alimentos.
"Sin el apoyo de Manos Unidas no podríamos llegar tan lejos"
Estas intervenciones benefician directamente a más de 2.500 personas, con un impacto indirecto que alcanza a más de 43.000 habitantes de la región fronteriza.
«Muchas veces no damos abasto. La necesidad es enorme. Pero también lo es el agradecimiento de quienes atendemos. Nos preguntan cuándo volveremos. Para muchos, este proyecto es su única opción de atención médica», cuenta Mario Nafría, responsable de proyectos de Flores de Kiskeya.
En diciembre pasado, un niño de tres años cruzó desde Haití gravemente enfermo. Sufría dos hernias y requería atención urgente. La clínica móvil lo estabilizó y gestionó su traslado a Santo Domingo, a más de ocho horas de distancia. Fue operado y logró salvar su vida.
“Hoy está bien, va a la escuela y su madre participa en el programa de nutrición. Es solo un caso, pero hay cientos”, relata Mario. “Cuando algo así sucede, todo se detiene: agendas, reuniones... Lo primero es la vida”.

Autonomía y futuro frente a soluciones asistencialistas
Aunque el proyecto nace como respuesta a situaciones de emergencia, su visión y objetivo van mucho más allá. Es un proyecto que buscar romper el ciclo de dependencia. A través de huertos familiares, gallinas ponedoras y formación técnica, las comunidades generan sus propios alimentos y mejoran sus ingresos. Tal y como afirma Romi,
"La sostenibilidad es clave. No estamos aquí para quedarnos para siempre, sino para que las personas puedan caminar solas. Esa ha sido la visión compartida con Manos Unidas desde el inicio"
«La vida en la frontera está atravesada por enormes desigualdades, pero también por una red de personas que resisten, cuidan y construyen comunidad. Este proyecto no solo responde a las necesidades más urgentes, sino que trabaja para construir un futuro diferente y en soluciones a largo plazo», explica Jessica del Olmo, responsable de Manos Unidas en Haití y República Dominicana.
En un lugar donde los derechos son papel mojado, este proyecto pone la vida y la dignidad en el centro. Apuesta por la salud, la alimentación y la formación como bases para reconstruir una comunidad que, pese a todo, sigue en pie.
«La comunidad ya no solo recibe, ahora también participa. Formamos a personas que luego enseñan a otras. Tratamos de tejer una red para que la esperanza ya no dependa de nosotros, sino que empiece a nacer desde dentro», concluye Mario.
"Juntos podemos conseguir que, en la frontera más dura del Caribe, también florezca la esperanza"
Gracias a tu compromiso y apoyo al trabajo de Manos Unidas y Flores de Kiskeya juntos podemos conseguir que, en la frontera más dura del Caribe, también florezca la esperanza.
Etiquetas