La Arquidiócesis de México se lanza contra "el estado autoritario"

El editorial del semanario arquidiocesano Desde La Fe, del 22 de marzo, expone el deber profético de la Iglesia para denunciar las injusticias defender sus principios en los foros propios y ajenos. En el clima electoral que prevalece en México, el editorial denuncia el pasado autoritario de México, dominado hasta el 2000 por el Partido Revolucionario Institucional, al afirmar que "debemos recordar a algunos políticos desmemoriados de nuestro país, que el México represivo quedó atrás hace algunos años, gracias al compromiso y sacrificio de muchos ciudadanos; y hoy tenemos el deber de no traicionar ese ideal de libertad".

El juicio del semanario deriva de las declaraciones de un sector de la clase política mexicana que afirmaron que los males actuales del país, sobre la delincuencia organizada, son producto de la indecisión del gobierno del presidente Felipe Calderón. Haciendo uso de sus mañas y colmillo, ahora quieren aparecer ante la opinión pública como los que sí saben gobernar y que, con ellos en el poder, México tendría paz y seguridad, aprovechando su discurso ante las elecciones intermedias de julio

El semanario afirma que "los políticos de estos nuevos tiempos los primeros que deben saber escuchar y respetar las distintas voces de una democracia; son los primeros que deben valorar los señalamientos críticos y abrirse al diálogo antes de querer condenar, reprimir y aplastar las voces discordantes, como era en el pasado y como a últimas fechas se ha intentado hacer con este semanario católico: abrirse con inteligencia a la crítica no le hace daño a nadie, cerrarse a ella, sí. Los auténticos políticos deben saber dialogar, debatir, convencer, respetar, no imponer ni amordazar".


La Iglesia y su deber profético
Domingo 22 de marzo / Editorial Desde La Fe



Una sociedad democrática debe tener la capacidad de escuchar todas las voces y respetar los distintos puntos de vista, como parte de la opinión pública que va conformando los criterios y los compromisos de todos los ciudadanos.Los partidos políticos hacen lo suyo al proponer con libertad sus propuestas y criterios en los asuntos públicos, pero también son los primeros que deben saber afrontar las consecuencias de sus acciones frente a los ciudadanos, que pueden disentir o concordar con sus propuestas.

La Iglesia también tiene una responsabilidad no sólo ética sino también profética en la formación de la opinión pública, expresando sus convicciones, denunciando las injusticias y defendiendo sus principios en los foros propios y ajenos. Quienes no tienen argumentos para refutar este derecho, citan, sin entender, las palabras de Jesús: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”(ver Mt. 22, 15-21), pero se olvidan de que Jesús denunció las injusticias y criticó los abusos de los poderosos de este mundo (ver Mt. 20, 25-27), que una de las causas de su asesinato fue el ser considerado un peligro político (ver Juan 11, 45-56). Asimismo, sería recomendable que quienes utilizan este argumento, que suena hueco sacado de su contexto, leyeran a los profetas que fustigaban sin piedad a los reyes y gobernantes injustos y que, por ello, la mayoría fueron asesinados.

Sólo un Estado autoritario intenta acallar las voces críticas y los señalamientos incómodos, pero verdaderos. Por ello, debemos recordar a algunos políticos desmemoriados de nuestro país, que el México represivo quedó atrás hace algunos años, gracias al compromiso y sacrificio de muchos ciudadanos; y hoy tenemos el deber de no traicionar ese ideal de libertad.

Es así como la Iglesia –si quiere ser fiel a Jesús- está obligada a seguir expresando sus convicciones en favor de la vida y la familia, en favor de la justicia y la auténtica libertad, el respeto a las minorías, pero también los derechos de la mayoría (que en México es católica) y el respeto a los valores. La Iglesia quiere manifestarse sin impedimentos en sus coincidencias con aquellas políticas favorables al desarrollo de la persona, y seguir denunciando sus divergencias con aquellas políticas que atentan contra la dignidad de la vida y contra la justicia social.

Así como la Iglesia debe expresar su indignación ante actitudes ideológicas que faltan al compromiso con la sociedad, sea del partido que sea, también anhela tener la libertad de manifestar su total desacuerdo con políticas públicas que atentan contra la vida y los derechos fundamentales de la persona, como son las leyes favorables a la destrucción de la familia y la legalización del aborto, medidas que contradicen el respeto a la vida humana y que niegan los más elementales principios de humanidad.

No se trata de partidismo político, sino de expresiones éticas inspiradas en la Doctrina Social de la Iglesia. ¿Cómo pretenden algunos políticos que la persona deje de lado sus convicciones mas profundas cuando se ocupa de las cuestiones públicas? ¿Cómo pretenden estos partidos que un creyente les dé su adhesión cuando están afectando su fe y sus valores? Toda religiosidad implica principios de conciencia con repercusiones sociales, la religiosidad es personal, pero conlleva una orientación para la vida cotidiana.

Son los políticos de estos nuevos tiempos los primeros que deben saber escuchar y respetar las distintas voces de una democracia; son los primeros que deben valorar los señalamientos críticos y abrirse al diálogo antes de querer condenar, reprimir y aplastar las voces discordantes, como era en el pasado y como a últimas fechas se ha intentado hacer con este semanario católico: abrirse con inteligencia a la crítica no le hace daño a nadie, cerrarse a ella, sí. Los auténticos políticos deben saber dialogar, debatir, convencer, respetar, no imponer ni amordazar.
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