Cardenal Carlos Aguiar Retes, “confíe… no estamos en su contra”: Padre Salvador López Mora




*Ante la creación de nuevas diócesis en Ciudad de México, “debemos hacer escuchar nuestra voz sin temor”
*No se trata de mantener la Arquidiócesis para salvar el poder del arzobispo, es la unidad de una Iglesia…”

Guillermo Gazanini Espinoza / Las pretendidas transformaciones que Mons. Carlos Aguiar Retes desea para la Arquidiócesis Primada de México levantan voces que, poco a poco, crean un abanico de opiniones sobre su conveniencia o no para ser implementadas en una realidad pluricultural donde hay un cambio de época. Una de ellas ha venido cobrando particular interés al suscitar legítimas inquietudes: La eventual división del gigantesco territorio arquidiocesano.

Diversos sectores del presbiterio cuestionan cuál es el derrotero trazado para la realización de las consultas realizadas desde que en el junio pasado se lanzó un comunicado sobre Proceso de Consulta para la Creación de Nuevas Diócesis y si se ha escuchado a los laicos para la toma de esas determinaciones. Los más acertados planteamientos hasta ahora del padre Salvador López Mora (Jalisco, 1963). Párroco de san Pedro Cuajimalpa, cumplió 28 años de vida presbiteral (1990) y su ministerio sacerdotal le permite conocer las estructuras de la Arquidiócesis. Al momento ha ofrecido algunas reflexiones y artículos sobre la pertinencia de un análisis y reflexión más estructurada en torno a las dificultades de un eventual desmembramiento arquidiocesano. López Mora inició en 1975 el camino hacia el sacerdocio como alumno del Seminario menor. Hoy tiene, por encomienda del cardenal Aguiar Retes, la conducción del diaconado permanente en la II Vicaría de Pastoral “Cristo Rey”.

Para conocer mejor sus ideas ideas en torno al desmembramiento de la Arquidiócesis, es que concedió esta entrevista realizada en la casa del templo parroquial de san Pedro en la delegación Cuajimalpa de la Ciudad de México misma que ofrecemos a continuación.

La Arquidiócesis se asienta en el mismo territorio coincidente al del mapa la Ciudad de México. La actual organización proviene de los principios y opciones prioritarias de la Nueva Evangelización propuestas desde el II Sínodo Arquidiocesano (1992) convocado por el cardenal Ernesto Corripio Ahumada. No es reciente que el desmembramiento arquidiocesano haya sido materia de reiteradas propuestas que han ocupado a los dos últimos episcopados – el de Ernesto Corripio (1977-1995) y Norberto Rivera (1995-2017). Hoy vuelve a revivirse la propuesta de división tras saberse que el actual Primado de México inició el proceso de consulta para la creación de nuevas diócesis, publicado el miércoles 6 de junio.

De manera inicial, no deja de cuestionar a Salvador López Mora por qué, en episcopados anteriores al del cardenal Aguiar Retes, se pospuso esta división. “En primer lugar me pregunto por qué, cuando gobernaba el arzobispo Ernesto Corripio Ahumada, se detuvo la creación de nuevas diócesis; él no propuso su creación, sino que, al momento de la votación en la Asamblea del Episcopado, la detuvo pidiendo que conocieran la opinión del desaparecido cardenal antes de proceder a la división arquidiocesana”.




Corripio Ahumada impidió el desmembramiento y Norberto Rivera Carrera logró contener estos mismos propósitos. A decir del presbítero, Rivera Carrera interviene directamente ante el Papa Juan Pablo II. Esos hechos, afirma López Mora, “me inquietaban. Si Mons. Ernesto Corripio, quien estuvo 17 años frente a la Arquidiócesis y después el cardenal Norberto consideraron que debía mantenerse en su estructura actual, ¿Por qué ahora esta premura para creación de nuevas diócesis?”

Los cuestionamientos de López Mora no implican sólo motivaciones afectivas por haberse formado y pertenecer a esta Iglesia, centro neurálgico del catolicismo nacional. Hay legítimas inquietudes para conocer a profundidad todos los elementos -religiosos, políticos, sociológicos y pastorales- sobre la conveniencia o no de la división. Para el presbítero no deja de llamar la atención porqué dos cardenales evitaron el desmembramiento y afirma: “¿Quién les propuso esa división? Ellos conocían este propósito, pero no lo estimaron conveniente. Veo que actualmente se quiere terminar con un proyecto que tiene años de anticipación. Espero esto no sea simple consigna que se deba llevar a cabo. Además, no hay consultas. En este momento existe un estudio de viabilidad donde se dice que se analizarán los límites territoriales, pero si bien se tienen esos elementos externos, se requiere de la opinión fundada de presbíteros, diáconos, laicos y agentes de evangelización al respecto. Esas consultas aún no existen”.

Aunque existen varios elementos, entre ellos las consecuencias políticas y sociológicas sobre las nuevas diócesis, López Mora estima que el Arzobispo Primado de México, al tener una Arquidiócesis dividida, le complicaría la relación con los poderes políticos de la Ciudad de México -Jefe de Gobierno y alcaldes- “Creo que es mejor tener esta relación a través de los actuales vicarios episcopales, es más fácil. Los mismos documentos posconciliares lo afirman, la coincidencia territorial con la entidad política puede facilitar el trabajo pastoral y las relaciones con el gobierno. En la Iglesia necesitamos observar y aprender cómo, en el ámbito secular, se han dado muchas dificultades entre dos territorios conurbados divididos por una frontera como es la Ciudad y el Estado de México”.



En términos de la posible división, López Mora señala cuáles zonas estarían involucradas y los potenciales efectos pastorales. “Son zonas del oriente de la Ciudad muy pobladas donde hay muchas vocaciones. Son presbiterios, los de la VII y VIII vicarias, muy estructurados y animados. El hecho de que estén en estas zonas semirurales y periféricas los hace mejor organizados y con un buen ambiente pastoral en el que se imprime un sentido de pertenencia. Además, sabemos de las problemáticas que padecen: violencia, inseguridad o marginación. Sería muy bueno que la Arquidiócesis retuviera esas zonas como una especie de testimonio de acogida porque todas esas zonas marginadas forman parte de un solo proyecto pastoral. Mantener esa unidad podría ser ejemplo de unidad cuando hay mucha fragmentación y división en el mundo… En la complejidad de nuestra Arquidiócesis se pueden activar recursos basados en la sencillez”.

La Arquidiócesis de México, asegura, es compleja, pero no complicada. “Es más complicado crear nuevas diócesis y establecer una nueva provincia. Hemos estado en la elaboración de los Planes pastorales de cada una de las vicarías y siempre partíamos de las Orientaciones Pastorales anuales del señor arzobispo que recogían los resultados de las asambleas diocesanas. Los Planes de las vicarías provienen de una sola orientación y cada decanato y parroquia los adaptan. Los ocho planes se reflejan en uno solo. Si cada vicario episcopal tiene autonomía, entonces le imprime su dinámica propia, su carisma y estilo que es muy importante en la vida de la Iglesia. Yo no veo ochos planes distintos, veo ocho formas de implementar el Plan arquidiocesano en el marco de la Misión Permanente, hay subsidios y organizaciones pastorales que facilitan su cumplimiento”.



López Mora recuerda que el II Sínodo, a través del documento preparatorio, indicó cómo la Arquidiócesis caminó sin coordinación. “El mismo Sínodo hizo un análisis de las dificultades para implementar un trabajo pastoral en conjunto. No propuso la creación de nuevas diócesis. No se desgastó en ese tema, quiso dar una respuesta y son 40 años de trabajo donde se van recogiendo los frutos. Escucho, por ejemplo, cómo los auxiliares son cuestionados por otros obispos a quienes llama la atención la organización y autonomía, sin embargo, creo que se genera cierta sospecha o perspicacia sobre los obispos auxiliares bajo la inquietud de causar cierta anarquía o ingobernabilidad. Al contrario, hacen efectiva la gobernabilidad arquidiocesana”.

El párroco de san Pedro Cuajimalpa apunta a que los obispos de México sólo conocen tiene estudios de viabilidad, pero no el resultado de consultas completas. Lo que el nuncio apostólico y la Conferencia del Episcopado Mexicano tienen “en su escritorio no es el resultado de una consulta; tampoco se tuvo en los tiempos de los arzobispos Corripio y Rivera, menos aún en el arzobispado del cardenal Aguiar Retes. Nunca tuvieron en sus manos el procedimiento de consulta ni el resultado de las mismas. Deben tenerlo, sin ningún temor o miedo y requerimos salir de la lógica sobre si estamos a favor o en contra de la propuesta del señor cardenal. No está en cuestión su autoridad, ni la comunión en absoluto. No estoy de acuerdo con las formas que se han impuesto para la creación de nuevas diócesis y hay muchos sacerdotes y laicos manifestando su oposición al proyecto presentado por don Carlos Aguiar, respetamos su autoridad y sabemos que los consejos son consultivos en la toma de las decisiones. Mientras no llegamos a noviembre donde se daría la votación para la creación de nuevas diócesis, necesitamos realizar las consultas respectivas, quizá a través de un foro, un comunicado que cualquiera pueda firmar o consultas orgánicas y formales. Así el Papa, quien es el único con las facultades para decretar la creación de las nuevas diócesis, el nuncio y la Conferencia del Episcopado Mexicano deben saber que hay una opinión y no sólo un estudio de viabilidad, esto es indispensable. El número 44 de la Pastores Gregis determina la consulta a los fieles, sacerdotes y diáconos. Debemos hacer escuchar nuestra voz sin temor, nadie le está pegando al cardenal. Algunos dicen que es un grupo de vociferantes, pero no es así. La consulta no debe verse sólo como opinión, es propuesta para que el Arzobispo reconsidere y donde todos vamos a ganar, el mismo señor cardenal, el será primero en ganar en coordinación pastoral”.




Para realizar una buena consulta para la división de la Arquidiócesis, López Mora indica que los primeros en hablar y dar su opinión son los obispos auxiliares. “El Consejo Episcopal, como dijo el cardenal Rivera al arzobispo Aguiar en su toma de posesión en catedral, es un grupo leal que pone sus capacidades para bien de la Arquidiócesis. Ellos deben animar a sus vicarías para que todos puedan expresarse. Las estructuras se convierten entonces en bases de coordinación. Los bautizados deben ser partícipes activos en la toma de decisiones, en ese sentido participan también de esta misión encomendada a los obispos. Al final, los laicos deben sacar el barco adelante”.

“Se hace camino al andar” dice López Mora. Norberto Rivera Carrera y Ernesto Corripio Ahumada aprendieron y supieron escuchar a su presbiterio para guiar la Arquidiócesis y a todos los sectores de la Iglesia arquidiocesana donde la mitad del clero pertenece a comunidades y congregaciones religiosas. No obstante, el párroco de Cuajimalpa reconoce en Carlos Aguiar notables facultades como gestor pues influyó en la creación de otras diócesis.

Salvador López Mora hace también un ejercicio sobre las posibles secuelas pastorales de la eventual división arquidiocesana y el impacto al laicado como destinatario que, al final, conocerá la determinación. “Muchas energías, horas de trabajo y de oración podrían quedar en el olvido. Si Xochimilco, Iztapalapa o Azcapotzalco hubieran expresado la urgencia en ser diócesis distintas, entonces la situación es diferente; lo que nos ocupa tiene un proceso a la inversa y eso no queda claro. Para atender mejor a esos católicos ¿deben estar fuera de la Arquidiócesis? En el fondo implica una situación inversa que quiere decir: “Ya no los puedo atender”. Es algo curioso, descargar ese 40 por ciento de fieles que nadie ha consultado, bajo el simple argumento que les dice “para que la Arquidiócesis funcione mejor, hermanos, ustedes se van, Dios les bendiga…”



En cuanto a la Virgen de Guadalupe como signo de unidad de la Arquidiócesis, hay que tener en cuenta, por ejemplo, la peregrinación anual a la Basílica como el “momento más fuerte de identidad” de la Iglesia particular. López Mora se atreve a cuestionar, inicialmente, por qué la Basílica de Guadalupe no deba pertenecer a la nueva diócesis de Azcapotzalco; sin embargo, “así como la Virgen dijo a Juan Diego ‘ve con el obispo’ y él es custodio de la imagen en un santuario nacional, ese resguardo se extiende a toda la Arquidiócesis de México en donde Ella tiene cobijo. No se trata de mantener la Arquidiócesis para salvar el poder del arzobispo, es la unidad de una Iglesia que está bien coordinada”.



De permanecer la Arquidiócesis en su actual conformación, López Mora indica las prioridades a ajustar. En primer lugar, “las comisiones pastorales deben ser subsidiarias de planes vicariales y de los proyectos decanales y parroquiales. Que no asuman la realización de las acciones, deben ser realmente subsidiarias para que no se multipliquen estructuras de forma innecesaria. Otra cuestión es la de los estipendios. En esta sociedad, el servicio debe responder a lo que se está solicitando y no en función de las necesidades del celebrante… También está lo relativo a la administración de los sacramentos. Nos desgastamos en este asunto porque se gesta un falso poder, doy cualquier sacramento a los fieles a cambio de un pago. Esto debe cambiar para hacerse a través de un trabajo de comunidad. Finalmente, la ordenación de gobierno de la Arquidiócesis de México debe ser más eficiente y efectiva. Senado y decanos deben tomar su lugar. Existen los elementos que estructuran muy bien a esta Arquidiócesis, es necesario echarlos a andar para que den más frutos”.

Finalmente, el sacerdote quien ha animado al presbiterio arquidiocesano a manifestar su opinión sobre este eventual desmembramiento, es categórico en cuanto a sus recomendaciones al cardenal Carlos Aguiar:“No le conviene crear nuevas diócesis. Para tener un gobierno más eficaz y hacer su misión de santificar y enseñar, necesita mantener la colegialidad episcopal en esta Arquidiócesis”. De acuerdo con López Mora, si Carlos Aguiar Retes mantiene la forma actual de esta Iglesia, “se convertiría en punto de referencia, a nivel del Episcopado Mexicano, del Vaticano y desde sus distintas encomiendas como es lo del sínodo de la Amazonia. Le preguntarán cómo realiza la coordinación con ocho obispos. Le ayudará mucho a confiar en sus colaboradores y comunidades. Jesús dijo a sus más cercanos: ‘Harán cosas mayores… yo los dejo y estaré con ustedes todos los días”. Yo diría al cardenal Aguiar, ‘confíe’ no estamos en su contra. Si la Arquidiócesis de México no se divide, usted nada pierde absolutamente. Y le repetiría las mismas palabras de la Virgen a san Juan Diego: ¿Qué es lo que te preocupa?”.

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