Nuncio Franco Coppola presenta cartas credenciales al Presidente de México



Guillermo Gazanini Espinoza / 25 de octubre.- En la sede del Poder Ejecutivo, el Palacio Nacional, el Presidente de la República, acompañado de la canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas, recibió las cartas credenciales de veinte representantes diplomáticos, entre ellos las del Arzobispo Franco Coppola, nuncio apostólico en México, sucediendo a Mons. Christophe Pierre.

Como en otras ocasiones, Mons. Coppola echó mano de su cuenta personal del Facebook para dar conocer un mensaje a los medios destacando, de inicio, las bondades de nuestro país, la riqueza de su gente y patrimonio cultural. Recordó su procedencia, los países africanos que “han conocido la tragedia de la guerra civil y que viven lo duro de la miseria, no por escasez de recursos sino, muchas veces, por la miopía de líderes que buscaban el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos: terreno fértil para la corrupción, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia, causando enorme sufrimiento y frenando el desarrollo”.

En esta especie de “discurso programático” de su misión en México, Franco Coppola recordó que la búsqueda del bien común debe tener precisamente al diálogo “que permite a las personas conocerse”: “De diálogo vive también la Iglesia con los hombres y las mujeres de cada época, para comprender las necesidades que están en el corazón de cada persona y para contribuir a la realización del bien común”. Ante el Presidente de México, el representante de la Santa Sede comprometió la colaboración de la Iglesia católica en la “edificación de la civilización del amor”.

Coppola respondió a los representantes de los medios de comunicación quienes dirigieron algunas preguntas en torno a la polémica del reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo. De acuerdo con algunas fuentes, el nuevo nuncio habló en esta misma tónica del diálogo y de otorgar los derechos a todos conforme a los Tratados y Convenios internacionales, sugiriendo una “vía mexicana” para la solución de este tema que ha polarizado a la sociedad.

Abierta esta polémica, Coppola hizo uso de la red de Facebook para expresar cuál era su punto de vista en torno a los matrimonios del mismo sexo: “Durante la rueda de prensa, solicitado por varios periodistas a expresar mi posición frente a los homosexuales y a sus derechos, dije que para mí es una referencia la respuesta de Papa Francisco a un periodista, durante el vuelo de regreso después del viaje apostólico a Georgia y Azerbaiyán…” De esta forma, al transcribir la respuesta, el nuncio apostólico dejó entrever que la mejor solución a este problema es a través de la misericordia. Finalmente encomendó su misión diplomática a Santa María de Guadalupe y al patrono de los Obispos de México, San Rafael Guizar y Valencia, en el día de su fiesta litúrgica, 24 de octubre. Un dato curioso, según se observa en las fotografías, es que Franco Coppola usó sólo la sencilla sotana filetata piana o de calle sin portar el formal ferraiolo digno de este acto oficial entre un jefe de estado y el representante diplomático de la Santa Sede.

Aquí el primer mensaje del nuncio apostólico como lo difundió a través de Facebook:

¡Muy buen día, a todas y a todos ustedes!

En este mi primero mensaje como Nuncio Apostólico en México, tengo que agradecer al Papa Francisco por haberme enviado como su representante en este gran país.

Agradezco las autoridades civiles por haber facilitado prontamente el inicio de mi misión. México es un gran País. Bendecido con abundantes recursos naturales, una enorme biodiversidad y una privilegiada ubicación geográfica que lo convierten en un referente de América; y sus culturas indígenas, mestizas y criollas, le dan una identidad propia, una riqueza cultural que quiero descubrir.

Con Papa Francisco, pienso que la principal riqueza de México son sus jóvenes. Mitad de la población está en edad juvenil. Un pueblo con juventud es un pueblo capaz de renovarse, transformarse; es una invitación a alzar con ilusión la mirada hacia el futuro y, a su vez, nos desafía positivamente en el presente. Un futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos, capaces de empeñarse en el bien común.

Vengo de países que han conocido la tragedia de la guerra civil y que viven lo duro de la miseria, no por escasez de recursos sino, muchas veces, por la miopía de líderes que buscaban el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos: terreno fértil para la corrupción, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia, causando enorme sufrimiento y frenando el desarrollo.

Con Papa Francisco, pienso que fundamental, en la búsqueda del bien común es el dialogo, que permite a las personas conocerse y comprender las exigencias los unos de los otros. Sobre todo, es una señal de gran respeto, porque pone a las personas en actitud de escucha y en condiciones de acoger los mejores aspectos del interlocutor. No dialogamos cuando no escuchamos lo suficiente o tentamos de interrumpir al otro para imponer nuestra razón. Dialogar, en cambio, ayuda a las personas a humanizar las relaciones, a abatir los muros de las divisiones y de las incomprensiones, y a crear puentes de comunicación. Dialogar es escuchar lo que me dice el otro y decir con mansedumbre lo que pienso yo. ¡Hay mucha necesidad de diálogo!

De diálogo vive también la Iglesia con los hombres y las mujeres de cada época, para comprender las necesidades que están en el corazón de cada persona y para contribuir a la realización del bien común. He asegurado al señor Presidente que, en este esfuerzo, el Gobierno mexicano puede contar con la colaboración de la Iglesia católica, que ha acompañado la vida de esta Nación y que renueva su compromiso y voluntad de servicio a la gran causa del hombre: la edificación de la civilización del amor.

Pongo mi misión bajo la mirada de nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe y hoy, día de su memoria litúrgica, bajo la protección de San Rafael Guizar y Valencia, patrono del episcopado mexicano, incansable en el anuncio de la palabra del Señor y en la caridad con lo más necesitados.

Muchas gracias!
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