La vida cristiana en saldos

En estos días estoy que “flipo” como se dice en el lenguaje callejero, con el tema de los atentados en Egipto.
Todos lo estamos. El cardenal don Ricardo Blázquez ha declarado que le producen “una enorme tristeza". No es para menos. 45 personas, pacíficas, serenas, religiosas, en actitud de oración y celebración en una iglesia cristiana de rito copto, con motivo del domingo de Ramos son asesinadas por este fanatismo, que no tiene fin, y que llegará a rozar nuestras barbas sin alguien no le pone remedio y prevención cuanto antes. Ni respeto por la libertad religiosa, ni por el derecho a la asociación legal, ni por el derecho a la vida, ni por respeto a la ley… estos fanáticos acampan como setas venenosas por los campos de la vida sin que nadie les ponga freno. ¿Hasta cuándo? Los atentados se suceden en París, en Alemania, en Bruselas…como un viento contaminado y al final sólo nos queda poner flores, guardar minutos de silencio inútiles, por muy simbólicos que sean, y colocar crespones negros en las banderas y en los muros de facebook. ¿Hasta cuándo?
Nosotros no somos cristianos coptos ni vivimos en Egipto y ese problema nos parece muy lejano. Pero llegará el día en que, si no se frena esta barbarie, nos tocará también a nosotros y nos lamentaremos.
En estos mismos días ha ocurrido la lamentable muerte de Carme Chacón, ex ministra de defensa y todos lo hemos sentido mucho. Era una mujer muy joven y esto es siempre un interrogante que nos sacude como un latigazo. Toda la prensa y la televisión le han dedicado muchos minutos, horas, para hacerse eco del tema, como era de esperar.
Pero apenas se le ha dedicado una información suficiente a las 45 personas asesinadas en Egipto. Un minuto escaso le ha dedicado la televisión de nuestro país al tema. Sus vidas son vidas de segundo nivel. Las vidas valen más o menos según estén o no cerca de nosotros o tengan nuestras mismas ideas. Me parece excecrable.
Si la vida de nuestros hermanos, de aquí o de allá, no tiene la misma importancia y permitimos que en algunos lugares del mundo la vida no valga nada o pueda ser pasto de los fanáticos con suma facilidad, estaremos entrando en una espiral de deshumanización que nos llevará a la catástrofe humana antes que tarde. La falta de valoración de la vida humana permitirá que cualquier cosa esté justificada. Y entonces llegará el desierto y la náusea.
Los asesinatos los ha reivindicado el autodenominado Estado Islámico. Son enfermos mentales. Dios o Mahoma, el profeta, nos libre de sus seguidores fanáticos.
Algo parecido sucede con los fanáticos católicos, que también los hay, pero menos, por suerte. Algunos de buena gana resucitarían la inquisición, acabarían con las reformas del papa y volverían a los tiempos antiguos de jaculatorias y latines entre inciensos y sermones de aquí te cojo y aquí te mato. Palo e infierno para que todos se enteren bien, ¡que esto es un desastre¡ ¡Dios nos libre de sus intérpretes, aquí y allá.
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