#triduopascualfeminista2025 MIÉRCOLES SANTO: DEL DON AL CARISMA EN EL DISCIPULADO

| Martha Eugenia, Mujer Mariposa
"Mi Señor y Dios me ha concedido tener una lengua de discípulo, para sostener con mi palabra al fatigado. Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos". Is 50,4
Al escuchar al profeta reconociendo los dones con los que ha sido bendecido, aunque pareciera que realiza una deducción lógica, no es así de sencillo, ya que para poder estar consciente de ello, es necesario un proceso continuo, cotidiano y disciplinado de cercanía con la Palabra divina, así como de tener la disposición para ejercer en el entorno diario la enseñanza recibida.
Si se opta primero reconociendo el don de la profecía con que uno se es donado con el bautismo y luego se pone en práctica lo que la Madre/Padre celestial nos pide a través de su Palabra, entonces se puede decir que uno es un discípulo.
Hay muchísimas mujeres que ya no pueden vivir con la carga personal, por tan sólo el hecho de su género. Hay otras tan violentadas, desprotegidas, sin esperanzas que cuando se convive con ellas en cualquier nivel, parecen una barda con púas, por las tantas heridas que han recibido por toda su vida y por el hermetismo con que se van blindando para sobrevivir a ellas.
Ahí es cuando la discípula necesita de la sensibilidad empática y valiente para reconocer que en su actuar cristiano está una posible solución a la situación de desesperanza y dolor de la que tiene frente a sí.
Por ejemplo, hablarle de la misericordia y compasión de la Madre/Padre celestial, es irrelevante, cuando la violencia permea su vida de forma cotidiana, pero si en lugar de hablarle, le da uno escucha a sus sinsabores, o se le acerca un plato con comida, o quizá se le acompaña a una consulta médica, o se le orienta o hasta se le acompaña a realizar un trámite institucional para adherirla a un programa social, pues entonces con el trabajo necesario se le muestra el rostro de Dios misericordia, sin enfrentarla con una imagen muchas veces distorsionada de Dios patriarcal que se le ha enseñado, al cual ya no le cree, menos confía y que en lugar de verlo como el regazo materno-paterno amoroso en el cual cobijarse, lo ve como un Dios que pudiendo hacer todo, no hace nada en apariencia por ella. Porque desconoce que al ser constituida a imagen y semejanza de ELLA/ÉL le permite reconocer en Jesús y siguiéndolo, experimentar Su amor reparador .
Por eso la responsabilidad tan grande al reconocerse como discípula de Jesús. Pues no basta con decirlo, sino con los actos diarios, específicamente hacia el prójimo, confirmarlo.
Ya que como dice en Stg 2,14: ¿De qué sirve, hermanos míos, si alguien dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarlo?
Esencialmente esa es la diferencia entre las opciones que tuvo Judas Iscariote, siendo discípulo de Jesús. No bastó con decirlo, sino que su incoherencia entre su hacer con su decir, lo llevó a alejarse de Jesús hasta entregarlo.
Por lo que, cuántas veces a lo largo de la vida hemos entregado o abandonado a la violentada, a la marginada, a la atropellada emocionalmente, a la hambrienta, aunque hayamos hasta cenado en la misma mesa con Jesús, y poco después le neguemos nuestro esfuerzo y trabajo a la que lo necesita, porque ésta no entiende las palabras de SORORIDAD, de FEMINISMO, de búsqueda de la LIBERTAD, del significado del PATRIARCADO, o hasta promueve el MACHISMO hacia otras.
¡Mujer cristiana, necesitamos trabajar más, para poder entonces testimoniar: "Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras». Stg 2,18b
Martha Eugenia,
Mujer Mariposa.