#sentipensares El viaje de la maleta azul. Memorias

Dedicado a las familias:

Scheiern y Janssen

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La despedida

Aquella es la parada del flixbus exprese al bajar del vehículo, Mónica preguntó ¿No olvidas nada? respondí rápidamente, no, estoy segura de haber guardado todo; agradecí con un gracias amiga por este mes que me regalaste junto a tu familia, los voy a extrañar. A lo que dijo: ya ves te lo dije, un mes se pasa volando y tú querías venir solo dos, tres semanas; sí, es verdad, se fue rapidísimo, respondí entre alegre y triste de marcharme. Caminamos hacia la parada oficial marcada en la acera con un letrero claramente identificable Trier Hauptbahnhof, allá viene, parece que ese sí es, la hora exacta 11:00 pm, el autobús se detiene justo a la altura del letrero, llegó el momento de partir.

Me voy, deseo volver pronto, en dos años, para el 2019, con mi hija. Nos dimos un último abrazo, la parada del flixbus a escasos metros de la estación de trenes de Trier, Alemania. El conductor bajó del autobús, los pasajeros en la parada iniciamos abordando en el orden como habíamos llegado tomando lugar, llegó mi turno, mi amiga espera junto a mí, nos despedimos por última vez, el conductor me miró, extendió la mano pidiendo el boleto de abordar (comprado en línea tres días antes), le mostré el código de barras en la pantalla del teléfono móvil, pasó el lector, verificó datos e intentó pronunciar mi nombre, sin éxito.

Mi salida de México Cancún-Frankfurt

Llegué al aeropuerto de Cancún, Qroo. con exactas tres horas de anticipación para documentar, mi vuelo el 2117E con hora de salida programada 20:40, de llegada a Frankfurt, Alemania a las 14:00 del día siguiente.. diez y media horas atravesando el Atlántico en un avión Condor Flug de la aerolínea Thomas Cook compañía alemana (hermana menor de Lufthansa) cuyo único destino en México es Cancún; destino que ofrece a los turistas europeos en paquete, viaje redondo ofertado por la aerolínea. Tengo el tiempo necesario, me dirijo hacia la entrada, en ese momento siento que me falta algo, reviso las maletas, en mi hombro izquierdo la ausencia de un peso antes cargado me detiene ¿qué cargaba cuando aborde el autobús? un ADO de la central de autobuses de Cancún con destino aeropuerto internacional. Baje en la terminal uno, la de vuelos internacionales, oh ¡rayos! es la bolsa Tucano azul marino ahí cargo mi computadora portátil, la necesitaré para conectarme e ingresar a la plataforma de estudios, para descargar contenidos y hacer las evaluaciones de la especialidad a distancia; debí dejarla en el asiento del autobús justo antes de bajar, no quería perderla, mantuve sobre mi hombro el asa todo el camino, en el último momento la solté.

Regresé al módulo de la línea de autobuses, conté a la señorita lo ocurrido:

Yo: Señorita, acabo de bajar del autobús que llegó hace 5 minutos; no me di cuenta que deje mi maleta, contiene mi laptop, por favor rastree al conductor de la unidad, comuníquese, reporte a la central.

Señorita: Espere un momento, enseguida la atiendo.

(termina de atender al pasajero de la fila).

Yo: Mire (muestro mi boleto indicándole el número de autobús), acabo de bajar, apenas me percate regresé corriendo, rastrearlo, hable con el chofer del autobús, dígale que iba sentada en el asiento delantero del lado de la puerta.

Señorita: -por radio- Está conmigo un pasajero, una señorita que acaba de bajar en la terminal uno, reporta haber dejado una maleta azul marino con una laptop, viajaba en el asiento delantero. Dice que revisará la unidad, le tomará unos minutos.. dice que su bolsa no está en el asiento, el conductor ya reviso el autobús, comenta que pudo haberla tomado otro pasajero, los últimos bajaron en la terminal dos.

Yo: Pienso unos segundos (me digo carajo otra vez), entonces si la tomó un pasajero la única opción es que vaya a la terminal dos y pida al guardia de seguridad que me auxilie para rastrear la maleta, los pasajeros del autobús que quedaban bajarían en esa terminal. Exclamó un amable gracias señorita, eso haré, iré a la terminal dos.

Me dirigí rápidamente buscando servicio de taxi, llevaba pocos pesos guardados, había comprado euros en la única casa de cambio donde encontré a la venta cerca de la central de autobuses, de un total de cinco casas de cambio sobre la avenida principal en la que se ubica. Miré a uno entre los que ofrecen servicio afuera de la terminal, señor ¿Cuánto me cobra por llevarme a la terminal dos y traerme de regreso?, respondió le cobro $400.00, le pagaré con euros ¿está bien?, ¿Cómo se llama?, leí su nombre en la credencial,  Roberto, al mismo tiempo me respondió con voz cálida agregando un para servirle señorita, están bien los 20 €, eso le cobro si tarda máximo diez a lo mucho quince minutos, si va a tardar más  entonces tengo que pagar estacionamiento. Al instante le dije, no señor será rápido lo que haré. Subí a la camioneta, explique mientras nos dirigimos a la terminal.

Bajé rápidamente de la camioneta, entré apresuradamente buscando un guardia de seguridad, miré hacia el área de revisión de pertenencias, intentaba ubicar algún rostro conocido que recordará vagamente de quienes viajaban en el autobús, vi a una guardia de seguridad, saludé: buenas tardes, le explique: llegué a la terminal uno, traigo mi boleto para el vuelo de las 20:40 horas, olvide en el asiento del autobús una bolsa con mi laptop, es una maleta color azul marino mide aproximadamente cincuenta por cuarenta centímetros (dimensiones permitidas a bordo), ya reporte en la línea de autobuses, localizaron al conductor de la unidad, dijo que debió bajarla un pasajero, porque no estaba donde yo venía sentada, los pasajeros que faltaban  bajaron en esta terminal, necesito su ayuda para localizar  la bolsa señorita, antes que aborden su vuelo, por favor.

La guardia se comunicó por radio para hacer de conocimiento a su superior de la situación y autorizará la revisión de equipajes en los pasajeros que están por abordar, pasarán sus equipajes por las bandas, así podrán detectar la maleta con las señas dadas de entre los equipajes de pasajeros. Justo en aquel momento, se acercó a mí un señor moreno, delgado, de baja estatura; lo reconocí viajaba sentado en asientos en la parte trasera del autobús,  carga mi bolsa, me miró y dijo: la tome del asiento donde usted venía, le dije al conductor, respondió que él no se regresaría.

Me pregunté si le daría miedo mi irrupción en la terminal, la notoria búsqueda y diálogo con la guardia de seguridad, si realmente actuó de buena fe, o si maliciosamente había  tomado la bolsa del asiento sin reportarla como objeto olvidado al conductor del autobús, todo eso en un segundo, pero en ese momento que más daba, agradecí efusivamente por entregarme mi maleta con la laptop intacta dentro de ella, a la guardia por su pronta atención, disposición y ayuda oportuna en tan apremiante situación que me encontraba.

Salí apresurada, subí al taxi del aeropuerto, el conductor sorprendido, me miró como no creyendo que regresaría cargando la bolsa azul de la cual le había contado hace escasos minutos, diciendo había olvidado. Creo que se sintió igual de feliz que yo, el ganó 20 € y yo no perdí una útil herramienta comprada hace apenas seis meses; de regreso a la terminal le agradecí, se despidió sonriente, amable, deseándome un feliz viaje y buen regreso a México.

De nuevo en la terminal, pasaron veinte minutos, ahora formada para documentar en tiempo, faltando dos horas y media para que saliera el vuelo, me dije lo logre con una sonrisa de felicidad que solo yo entendía.

La decisión del viaje la había tomado tres meses atrás cuando compre los boletos de avión, entre el enganche de un automóvil o un coche usado, preferí el viaje, una invitación hecha diez años atrás por mi amiga Mónica quien tras sus sueños y el amor dejo el país para continuar su vida en Alemania creando allá su familia, había prometido visitarla, le dije un día iré, créeme. Cumplía mi promesa, respondía a su invitación, un deseo que el tiempo no disolvió, la promesa de una cálida aventura de amistad me esperaba en el lejano país europeo.

Abordo diez horas y media, la pantalla informa 10060 pies de altura, velocidad de 533 millas por hora, al exterior -67F/-56 C,  al bajar recibe un enorme aeropuerto, al para con mis documentos migración decide que no le queda claro el motivo de mi estancia (un mes) por no llevar carta de invitación… aunque comprobé fecha de regreso con el boleto comprado; luego de dos horas logro salir del aeropuerto de Frankfurt gracias a que hablaron por teléfono con  Mónica y Volbes quienes me esperan afuera para dirigirnos a Treveris, la ciudad más antigua de Alemania, ahí está su hogar, donde pasaré las próximas cuatro semanas, con ellos, con sus hijos.

Visita al museo del libro

En el número 5 de Liebfrauenplatz, Maguncia (Mainz), Alemania, se encuentra el museo de Gutenberg, conocido como museo del arte negro o museo de la imprenta. Era el treceavo día desde mi llegada a Trier, situada en el estado federado de Renania Palatinado (Reiland Pflaz) al sureste del país. Me dispuse a viajar en un Flixbus al encontrar esta opción más económica. Maguncia está a dos horas y media en autobús, allá Victoria me recibiría, es una mexicana intrépida, estudia medicina en la universidad Gutenberg, es hermana de Mónica.

Con anticipación fui llevada a la parada oficial para abordar el autobús puntualmente a las 9:15 am, llevaba un lunch en que Mónica amorosamente introdujo en mi morral de tela como hace cuando sale a caminar con su pequeño Jerome al parque Rosport en Luxemburgo; la mire tímida, ella sabía tendría hambre más tarde, el tiempo que tenía era justo. Llegué, tomé un taxi hasta el museo luego de intentar llegar caminando hacia el rumbo equivocado, de mirar pasar a los autobuses sin poder identificar cuál ruta y en que avenida debía tomar el que iba hacia el cuadrante de la ciudad donde la Gutembergplatz se ubicaba en la zona C3-4 M, según mostraba el mapa en la división observada detalladamente al bajar del autobús. Entonces alcé la mano y dije –taxi- a un taxista que recién bajaba una pareja mayor, enseguida subí, salude con un Guten tag, pedí me llevara a la  Gutenbergplatz, platz. El costo de -la carrera- 12€, durante el trayecto mire atenta el marcador de kilometraje indicando costo correspondiente marcado por la distancia recorrida, kilómetros avanzados desde donde lo tomé y la cantidad a pagar, ambos en números rojos tipo despertador, coloque la cantidad en su mano, agradecí, emitiendo un Dankeschön.

Frente a mí la fachada de una construcción en color naranja, un edificio de estilo renacentista del año 1664, el Römischen Kaiser donde se encuentra la  administración del museo, el taller de restauración, la biblioteca y la sociedad Gutenberg. Al exterior mesas, sillas para los visitantes, servicio de restaurante cafetería. Era mediodía no tenía tiempo que perder entre por un pasillo donde se encontraban las placas de lugar, una estatua en piedra da la bienvenida, es Johannes Gutenberg nacido hace aproximadamente 600 años en Maguncia su nombre Henne Gensfleisch zur Laden.

Llegué a una pequeña plazoleta intermedia entre la construcción naranja y otra moderna cuyas dimensiones no eran visibles desde la plaza viendo la fachada del edificio antiguo. Me encontraba en el museo, me dirigí hacia el interior a la estancia buscando la caja, el costo de entrada en algún lugar y pagar mi entrada, ingresar; la cuota de acceso era de cinco euros. Descubrí unos pequeños libritos junto a la caja que atrajeron mi atención Guía del museo sobre la escritura y la imprenta, mire, tome de la repisa la última disponible en español. Entre con boleto y guía en mano.

A las cuatro de la tarde cansada de caminar, salí. Recorrí todo el museo, todos los pisos, todas las salas, miré con el asombro de una niña que mira por primera vez el mar los libros antiguos e imprentas, los ojos me brillaban de la emoción, vi mi reflejo en una vitrina como si viera a otra. Con pluma y libreta en mano, tome notas de los libros en varias vitrinas, primera vitrina: Baroque and Age of enlightenment 1. Gerhar Mercator, 2. Petrus Gyllius, 3. Tobias Lobeeck/Tobias Konrad Lotter, 4. Matthaeus Merian. Avance por el primer piso entre vitrinas de libros antiguos, tome notas hasta la novena. Hugo Spechtshart Fkires musicae documento de teoría musical Demostration musikthoretischer und physikalischer zusammenhange 1285 - UM 1360, Martin Luther 1483 – 1546 Die heidige Schrift deutsh.

Biblia sacra hebraice, chaldaice Graece & latine Philological research alloud an increasingly precise comprension  of biblical texts.

El Elogio a la locura de Erasmus de Rotterdam, el mapa celeste de Peter Apian de 1450. Del siglo pasado Collection of satirical poetry Baku/Azerbaijan 1922. Todo sin excepción me parecía asombroso, siglos de historia contenidos, almacenados, resguardados, protegidos, preservados, custodiados. La colección de exlibris, etiquetas ilustradas que pegaban en el reverso de la tapa de los libros, marca del propietario me parecían particularmente fascinantes. Un universo en torno a la escritura desde sus orígenes.

Había cumplido mi misión del día, conocer el museo sobre la escritura y la imprenta, más que satisfactoria la experiencia fue ¡alucinante! Cualquier idea preconcebida que haya tenido antes de llegar había quedado reducida al recorrerlo. Entre los inventores que han marcado la historia de la humanidad se encuentra Gutenberg con su imprenta.

Cerca del museo a unas cuadras el rio Rin, volví a encender el teléfono móvil ya con poca bateria, llame a Victoria para informar donde me encontraba, me motivó a dirigirme hacia el Rin, tome su consejo y caminé en la dirección que me indico. En el mirador, a la orilla, me senté en las escalinatas, di de comer pedacitos del pan sobra de mi sándwich a los patos viendo pasar los barcos. Un hombre joven muy sonriente en bicicleta se acercó a saludarme, tenía hermosos ojos, intentamos comunicarnos en inglés, dijo trabajar como cheff en un restaurante cercano, por mi parte aunque tal vez era obvio dije ser turista, mexicana, latina, al escuchar me invitó a comer a su departamento… sospeche de Victoria, ¿Porque me mandó ahí, era el típico lugar de encuentros? el joven tenía ojos claros color miel, sí que era apuesto, de cuerpo esbelto, estatura media alta, bien ejercitado, simpático de apellido árabe. Agradecí, rechacé su invitación respondiendo me marcharía pronto, enseguida tomó su bicicleta, se fue; pronto Victoria me llamó y volví a la plaza.

Caminaba por la acera de una de las calles  cercanas cuando vi la camioneta de Victoria girar hacia la calle, levante la mano efusivamente para que me viera, se estaciono, subí al asiento de copiloto. De vuelta a su casa en el pueblo de Rudesheim al ponerla al tanto de lo ocurrido, carcajeo… Al transitar la autopista de seis carriles música latina acompañó la charla, cantamos, carcajeamos juntas sobre lo ocurrido, si bien soltera sin compromiso, no corrí el riesgo.

Los vitrales

Al otro día volví a la zona, Victoria me dejo temprano en una plaza cercana al museo, camine hacia la iglesia de St. Stephan, la tarde anterior ella, su suegra, me recomendaron visitarla. Al interior de la iglesia viví una experiencia espiritual contemplativa observando los ensoñados vitrales del artista Marc Chagall, traslucía la luz matinal en colores atravesando los arcos; de fondo un concierto privado a puerta cerrada dado por el organista al probar el órgano para el próximo concierto que ofrecería en pocos días, el aviso en un banner impreso invitando, a la entrada de la iglesia. Me senté en una banca cercana al órgano, sentí la vibración del sonido estremecer mi cuerpo, la música producida por el instrumento de tubos metálicos abarcaba lo alto y ancho de la pared lateral al espacio sacramental en el fondo, cada tecla presionada por el organista una onda viajando en el aire.

Antes de salir me detuve unos minutos admirando la belleza de la Madonna im Rosenhag, luego me dirigí a una pequeña tienda al interior de la iglesia donde adquirí por pocos centavos de euro unas pequeñas postales con las imágenes de los vitrales seleccionando una por vitral.

Iniciaba el mes de Junio, mes en que mi madre cumplía años, faltaban días para que llegara su día, en parte el viaje era una manera de celebrar, de honrar sus vidas, la de mamá que cumplía en junio, la de papá que cumplía en mayo, cumplir más que años, mis sueños, promesas hechas, festejé a papá días antes bebiendo una cerveza alemana que seguro a él le habría encantado probar, en una forma muy diferente, tapada con una cobija en el frío.

Mientras Victoria se encontraba en la universidad yo recorrí calles, pasillos, iglesias, capillas, pase de largo las tiendas aunque admiré los mocasines fabricados en Mainz. Pasé por el teatro de la ciudad de camino hacia otra plaza con bancas que mire a lo lejos, quería sentarme, había mucha gente, seguía llegando más. De diversidad cultural, mujeres con chador,  hiyab, rostros de rasgos asiáticos, hombres morenos con turbante los transeúntes, luego de unos minutos sentada empecé a recorrer la plaza, las tiendas ubicadas al interior.

Me detuve frente a un grupo de jóvenes artistas urbanos, hacían una suerte de espectáculo entre equilibrismo y truco, el de abajo sentado sostenía con un dedo al de arriba, éste a su vez a otro de la misma forma que el de abajo lo sostenía a él. Al verme cuando deposité cincuenta centavos de euro en la canasta, el joven de abajo bajo el guante que cubría su mano para mostrar la piel, así me decía que él al igual que yo tenía vitíligo, le resultó obvio que no era alemana… él tampoco, era migrante, como muchas personas en la plaza, haciendo fila en un lugar, lo supe después. Me despedí sonriendo, dije adiós con mi mano blanca.

Luego de caminar por algunos minutos, de tomar fotografías, volvía a sentarme en otra banca, comí las galletas que me dio Victoria, galletas nutritivas con semilla de girasol, sus favoritas, bebí agua mientras la esperaba, ya salía de la universidad, avisó por mensaje. Al llegar volvimos a Rüdesheim, al carnaval. Por la mañana otro destino esperaba, la abadía de Hildegarda de Bingen monja del medievo, profetisa, médica, escritora, mi último personaje descubierto de relevancia histórica.

Vamos de camino de Rudesheim a Bingen, Victoria es una conductora hábil y relajada, atravesaremos el río Rhein en un transportador de vehículos, nos dirigimos a la abadía de Eibingen. En lo alto reciben jardines con rosales de colores, entramos en silencio, observamos las pinturas laterales a ambos lados, paredes altas culminan en la última sección con arcos de cristal por donde entra la luz, el alto techo acabado en madera tallada no menos destacable que las coloridas pinturas de escenas bíblicas, de ángeles con alas y aureola en los soportes de cada arco, de las beatas Hemma, Irmingardis. Dejamos entrar por nuestros ojos todo lo que es posible mirar, sentir la tranquilidad sentadas en las bancas de madera.

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Hay camarógrafos entrevistando a una monja, graban. Recorremos el interior, tomamos unos minutos para sentarnos en una banca, doy gracias por estar aquí, llegar con bien, admirada por el arte sacro que decora cada espacio, grabo un pequeño video antes de salir.

Disfrutamos la belleza natural de las rosas al pasar por los jardines otra vez y  miramos el paisaje desde lo alto hacia el Rhein, las aves pasan cerca junto a la barda donde nos recargamos.

Estamos en la tienda junto a la abadía mirando entre los estantes los libros en venta disponibles sólo en alemán e inglés. Con los temas que me atrajeron de la monja, medicina herbolaria, curación con gemas, sus profecías, sobre la sexualidad, su mística, su música. De entre los souvenir colocados en bases giratorias, en exhibidores, tomo una nalguera con licor herbal, una de las recetas antiguas de la santa formulada para malestares del estómago, un aperitivo tomo una letanía impresa con una pintura de su imagen escribiendo y el texto de su biografía, impresa por Beuroner Kunstverlag, es todo, guardo la delicada postal de papel delgado en una bolsita para proteger e introduzco en el interior de mi libreta, la pequeña botella del licor la guardo con cuidado en mi morral de tela. Salimos, volvemos al coche, ahora vamos hacia la iglesia parroquial donde se encuentran las reliquias de la santa.

Ya en la iglesia me dirijo hacia la representación escultórica de cuerpo entero de no más de un metro de altura de Hildegarda, montada sobre una base cuadrangular de mármol con la abreviatura del nombre de Jesús (JHS), un delicado rostro, con su mano derecha sujeta una pluma, con la izquierda un libro pegado al cuerpo, contemplo la gracia de la delicada pieza, cubierta de cabeza a pies por el hábito, resaltando los detalles en oro en mangas, al centro de la túnica, el resto en color oscuro con diseño de cruces. La urna en oro guarda los restos óseos de la profetisa visionaria, sobresale en el santuario. Rezo, me despido, persigno, salgo.

Perdí de vista a Victoria el tiempo que me dispuse a observar, afuera nos encontramos, subimos al vehículo, de vuelta a casa de Victoria charlamos,  pregunta sobre mi interés, como conocí a Hildegarda, menciono como surgió mi interés:

Conocí en un congreso de teóloga feminista a  Ivonne Guevara latinoamericana contemporánea, en algún artículo o material que vi leí sobre Hildegarda, me apasione con su historia, comprendí porque algunas mujeres la han nombrado la monja del medievo precursora del feminismo, escribió sobre el orgasmo, sobre sexualidad femenina, creó un monasterio exclusivo para mujeres en el siglo XI-XII. La nombraron doctora de la iglesia en el 2012.

De regreso pasamos por el kínder de Hugo; una vez en casa preparamos la comida, comemos al aire libre en el patio trasero, por la tarde salimos a caminar a un parque, caminar en familia en espacios con vegetación es parte de la cultura de los alemanes, hay parques con extensas áreas de vegetación a donde ir a caminar sin que represente un riesgo en cuanto a seguridad.

Por la noche compramos el boleto en línea, en Flixbus, para salir mañana de regreso a Trier.

De la terminal flixbus me dirijo hacia  el centro de Trier, guiada por google maps camino hacia el Museo de Karl Marx, de ahí hacia la catedral, el Dom. Cerca encontré una peculiar iglesia, la de St. Gangolf, San Gangulphus, al ingresar un colorido extraño mosaico atrapa mi atención, raro porque me sorprendió ver la figura de un hombre alado sujetando una lanza con la que atraviesa a un dragón que lanza fuego. El mosaico decora la parte superior de un arco color naranja, bajo el cual reposa la imagen en bulto de María cargando en su regazo a Jesús, desnudo; a los costados dos repisas de tres niveles escalonados, donde colocan las veladoras encendidas, debajo de estas dos cajas con veladoras nuevas. En el extremo izquierdo donde depositar treinta centavos de euro por cada vela tomada, ofrecida.

Me encuentro con Mónica, vino con su esposo Volbs, me reciben nuevamente, en la plaza hay música es el Jazz am Dom, no hay lugar para sentarse, bebemos una cerveza Bitburger, la marca patrocinadora, preguntan ¿Cómo me fue? respondí me fue genial, una respuesta breve pues la música de la banda en volumen alto impide escucharnos con claridad; las interpretaciones de los músicos del club de jazz de Trier son increíbles. Ya sentada, bailo con los pies al ritmo de Happy de Bruno Mars, brindamos por la amistad con cerveza ¡prost!.

Aún quedan lugares por visitar en este viaje los próximos días, otras iglesias, parques naturales, una misa organizada por la comunidad latina católica realizada en un salón donde se reúnen para la ceremonia, comparten alimentos y el folklor de sus países de origen.

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