Bendita Libertad

Quisiera compartir con vosotr@s una realidad que ha sucedido hace apenas unos días, pero permitidme que cambie el nombre de la protagonista, la llamaremos “María”.
María es una preciosa joven de 35 años con un duro pasado cargado de dolor y sufrimiento.
Nunca conoció la figura paterna, cuando apenas contaba con 13 años, su madre falleció en sus brazos víctima del sida. Su niñez ha estado marcada por la penuria y la pobreza, demasiado pronto tuvo que aprender a sobrevivir, nunca le han tendido una mano cercana, tan solo una abuela, a 400 km de distancia, que poco podía hacer por ella y una prima de la que sí echó mano en un momento determinado.
Las malas amistades y la inocencia la condujeron al mundo de la droga donde aún sigue metida. Con 18 años se quedó embarazada de un precioso niño por el que luchó con todas sus fuerzas para sacar adelante hasta que cumplió los 9 años, María no quería que su hijo viviese y conociese ese tipo de vida, le pidió a su prima (mamá de dos niños) que se hiciera cargo de él y así lo hace, educándolo como un hijo más.
Todos sabemos lo que es el consumo de la cocaína, cuando más te pones, más necesitas y eso fue lo que le pasó a ella.
La vida le ha golpeado demasiado fuerte teniendo que aprender a “marchas forzadas”. El resultado de este “peregrinar” ha acabado en un ingreso en el hospital de 7 meses por contraer la tuberculosis, la paralización de un pulmón y sólo el 25% de funcionamiento del otro, siempre tendrá que depender de una botella de oxígeno para vivir…
A María la vida le regaló la oportunidad de recuperarse en un hospital, pero ella ansiaba con todas sus fuerzas salir, le faltaba el aire… Un día, antes de darle la noticia de que le habían encontrado un centro para vivir, decidió escaparse del hospital, volver a la calle, lo que ella llamaba “su casa”. Desde entonces está desaparecida, indocumentada, con la incertidumbre de saber si está con vida o no, porque necesita del oxígeno para vivir y el crudo invierno pone las cosas demasiado difíciles…
En estos momentos sólo nos queda confiar, el Señor es su pastor, Él es el único que puede arroparla en esta cruda realidad, pero no olvidemos que ésa es la libertad de las personas y hay que acogerla. No siempre las oportunidades que nos ofrece la vida son bien aprovechadas, pero hemos de aprender a respetar.
Quizá sea el momento de dejar a un lado las palabras, mirar a la cruz y esperar resurrección para María y para tantas personas a las que la vida no les resulta demasiado fácil.