Este sábado 26 de junio celebramos el Día Internacional de Apoyo a las Victimas de la Tortura, algo que en el Siglo XXI ya no debería existir y sin embargo parece que cada vez tenemos que dirigir nuestra atención con más asiduidad a este tipo de acontecimientos. La tortura,cualquiera que sea, siempre es una violación de los derechos humanos.
Cuesta creer que tengamos que seguir hablando de esto, pero aún se siguen aplicando métodos torturadores como quemaduras,corrientes eléctricas, privación del sueño etc.
Hace poco acudía a unas conferencias sobre este tema y no daba crédito a lo que estaba presenciando. Las secuelas psicológicas y emocionales de personas que han pasado por ello hace 10-15 años, siguen estando latentes en sus vidas ya que son las heridas más difíciles de curar, sufriendo pesadillas y recuerdos totalmente angustiosos. Cuando lo oyes narrar en primera persona, no hay palabras que puedan describirlo y lo peor de todo es que aún no se puede hablar en pasado porque hoy sigue sucediendo…
En España concretamente, no solo subsiste, sino que es algo que sigue creciendo. Los autores suelen ser cuerpos policiales y funcionarios encargados de la custodia de personas privadas de libertad, y una vez más, esta situación afecta a los sectores sociales más desfavorecidos. Últimamente en gran medida lo están sufriendo los inmigrantes, cuya denuncia equivale a una apertura de expediente de expulsión, dispongan o no de una regularizada situación por una aplicación de la ley de extranjería, por lo tanto, optan por no denunciar el hecho.
España ha sido condenada por el Tribunal de Estrasburgo y el Comité Central de Derechos Humanos de Naciones Unidas por no investigar lo suficiente las denuncias por tortura.
El ser humano tiene dos vertientes: se desvive ante una catástrofe tan fuerte como ha podido ser el terremoto de Haití dando lo mejor de sí o puede tener un comportamiento en ocasiones irracional e indescriptible…