El secretario del dicasterio de Vida Consagrada dice que "el Papa Francisco es un gran provocador" Rodríguez Carballo: "Hay más motivos de esperar que de desesperar en la vida consagrada"

(José M. Vidal).- Como buen gallego, José Rodriguez Carballo, es también ciudadano del mundo. Secretario del dicasterio de la Vida Consagrada, no se alarma ante el cierre de conventos y el descenso de vocaciones. "Hay más motivos de esperar que de desesperar en la vida consagrada española", dice e invita a seducir a los jóvenes y a provocarlos con una forma de vida consagrada volcada en Dios y en los pobres.


¿Cómo despertar hoy vocaciones religiosas?

Con alegría e ilusión. No se puede transmitir pasión por el seguimiento de Jesús sin vivirla. Por eso la pastoral vocacional no crece más. En primer lugar nos enterró a nosotros mismos, a los consagrados. ¿Cómo vive un hombre la vocación? ¿Cómo pide Dios la ilusión? ¿Qué idea de vida consagrada estoy transmitiendo, no tanto con mis palabras, sino con el testimonio? Hoy como ayer, la única pastoral que convence es el ejemplo. Nosotros tenemos que provocar a los jóvenes de tal forma que puedan decir: yo quiero ser como él. Lo que nos pasó a tantos de nosotros, que tenemos en nuestro corazón y en nuestra mente el sacerdocio, por ser como otros que nos sirvieron de ejemplo. Después, entran otras cosas, pero es importante esta inquietud para llegar a ser "como". Por tanto, tenemos que provocar a los jóvenes con nuestra forma de vida consagrada.

Francisco marca la pauta en este sentido, por ser un agente de pastoral vocacional, tanto por su forma de ser como por su manera de comunicar.

Es un gran provocador. Él nos provoca y los que tenemos la gracia de poder verlo y escucharlo en los encuentros que mantenemos con él sentimos esa provocación. Con su vida nos está mostrando cómo es importante colocar a Jesus en el centro: volver al Evangelio no como una ideología, sino como una forma de vida. El Papa es un gran animador vocacional, y no solo para las jóvenes que puedan acercarse a la vida consagrada, sino para los que ya llevamos años en esa misión.

Su conferencia en la Semana de la Vida Religiosa ha sido un canto a la esperanza, incluso para la vida religiosa española.

Es que no puede ser otra cosa. Yo conozco un poco la vida consagrada y pienso que hay más motivos de esperar que de desesperar. Cierto que los números han bajado e incluso seguirán bajando, pero esto es normal en un lugar como España donde la natalidad está descendiendo vertiginosamente. Es normal en una sociedad donde los valores están muy lejos de ser los valores del Evangelio. Por tanto, no tenemos que asustarnos de esto. Aunque lo que nos gustaría es que Dios, además de dar buenas vocaciones, diese numerosas vocaciones. Seguimos rezando por ello y proponiéndolo.

Pero, entonces ¿vamos a una levadura en la masa, a una vida religiosa minoritaria?

Estoy convencido de ello.

Como la propia religiosidad, en España por lo menos o en Occidente.

Yo diría en el mundo entero. Fíjese: la crisis vocacional es global. Lo que pasa es que, en algunos países, tiene unas connotaciones más visibles que en otros. Pero es global y es un poco engañarnos creer que en otro lugar está el futuro de la vida consagrada.

Aquí venimos de un época de abundancia, de un imperio de la vida consagrada, y eso se nota más.

Por supuesto. Pienso, por ejemplo, en las contemplativas. Sé que se dan noticias sobre el cierre de monasterios. Pero si es lo más normal. En España había una superpoblación de contemplativas que ya no responde a la realidad del país. Hay ciudades donde, de la misma orden o de la misma congregación, hay distintos monasterios, tan cerca unos de otros, que casi se pueden dar la mano por las ventanas. Esto es impensable hoy. Repito: teniendo en cuenta la natalidad, la crisis de valores que estamos viviendo, esto no nos puede llevar a cruzarnos de brazos; hay que reaccionar creando cultura vocacional. Y esto corresponde a todos. Empezando por los padres de familia, porque la cultura vocacional es mucho más amplia del proselitismo vocacional. Y así como proselitismo no, cultura vocacional, sí.

¿Alguna clave de la exhortación apostólica del Papa, 'Gaudete et exsultate'?

Usa un lenguaje muy comunicativo, que se detiene sobre las bienaventuranzas y la llamada a la santidad. Es algo muy importante, porque parece como si, últimamente, el tema de la santidad casi nos da miedo a tocarlo; como es tan sagrada..., es mejor no tocarla. Pues no: estamos aquí para ser santos. Esto la exhortación apostólica del Santo Padre lo deja muy claro en varios capítulos.

¿Y santos podemos ser todos?

Por supuesto. No podemos, debemos: estamos aquí para ser santos. Para vivir el Evangelio y vivir, sobre todo, las bienaventuranzas, que son la clave de la santidad. Por eso, en la exhortación apostólica, ocupan un lugar tan importante.

¿Tiene expectativas en el próximo Sínodo?

Muchísimas. Yo veo la preparación y es del todo particular, porque el sujeto es particular. Es verdad que el sínodo es de obispos y se va hablar sobre los jóvenes, pero la metodología que se está siguiendo involucra mucho a los propios jóvenes. Hace poco, como comenté en la ponencia, se celebró un encuentro pre-sinodal, que convocó a más de trescientos jóvenes de todos los continentes. Y no solo jóvenes practicantes y cristianos, sino jóvenes no bautizados, porque también tenemos que escuchar a esos.

Y algún ateo.

Sí.

Me llamó la atención eso de los "ateos practicantes escondidos debajo de las sotanas", que mencionó en su ponencia. ¿Alguno hay?

Yo dije "hábitos"... Pero sí, puede haberlos. Y en esto tenemos que estar muy atentos, porque no todo comportamiento necesariamente responde a actitudes y a sentimientos profundos. Yo puedo estar en la capilla horas y horas, que esto es muy bueno, ojo. Pero hay que preguntarse qué estoy haciendo en la capilla, porque, a lo mejor, mi mente y mi corazón están muy fuera de ella. Esto podría ser un ejemplo de ateo practicante. De un corazón que está lejos del Señor pero que, después, vive la vida normal de un fraile, una monja o un consagrado. O de un sacerdote o de un cristiano.

¿Sigue yendo a Lodosedo, su pueblo de Ourense?

Sí, claro. Creo mucho en las raíces. Y el Papa en uno de sus recientes mensajes nos recordaba que lo que le asusta son los jóvenes sin raíces, porque el joven que no tiene raíces es como un árbol que tiene pocas raíces o raíces enfermas: puede florecer, pero ante la primera helada todo eso viene abajo. Las raíces humanas, culturales, son importantes. Cada uno orgulloso de su cultura pero, cuidado. Aunque es normal que todos pensemos que nuestra cultura es buena e incluso la mejor, es de ignorantes pensar que mi cultura es la única. Entonces: enraizados sí, pero abiertos también.

El poliedro del que habla el Papa.

Justo. Y sentirnos ciudadanos del mundo. A mí eso no me cuesta mucho porque los gallegos llevamos en la sangre la emigración. Y después, que ya llevo treinta años, con algunos intervalos, fuera de España. Y, por supuesto, vengo a Galicia y a España. Me siento muy gallego y muy español.

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