El derecho de organización es un derecho humano.

“Adentrándonos en las raíces reales de la violencia queremos recordar que, si no se crea una posibilidad social y política en la cual los más pobres de nuestro pueblo, los campesinos, puedan exponer sus urgentes necesidades y presentar sus justas demandas, los brotes violentos aumentarán, desgraciadamente. Si a los campesinos se les cierran todas las puertas para dialogar, para organizarse en defensa de sus legítimos intereses, para manifestarse pacíficamente, entonces aumentarán los incidentes violentos.  Es urgente, por lo tanto, que se cree un clima social y político donde las necesidades de los campesinos puedan ser expresadas con claridad y libertad.  Hermanos, el derecho de organizaciones un derecho humano. Nadie lo puede restringir. ….. ¡Qué lástima, hermanos, que seamos tan indiferentes!  Bajo el pretexto de no meterse en política, se quedan con los brazos cruzados y hacen el bien únicamente cuando hacer el bien es fácil o es glorioso, trae prestigio. Servir es sacrificarse”

Monseñor Romero no solamente condena la violencia, sino apunta hacia las raíces.  ¿De dónde viene la violencia que vivimos? ¿qué alimenta la violencia actual?  Es una pregunta muy importante que habrá que hacer en cada país, en cada región, en cada continente y en el mundo entero.  No basta denunciar y rechazar expresiones y acciones violentas. No aparecen desde la nada. Tienen raíces sociales, económicas, políticas, culturales.   Quien es sensible ante el sufrimiento de las víctimas de la violencia tiene la obligación de investigar las causas, las raíces de la violencia. Esto exige objetividad porque muy fácilmente se ideologiza justificando el uso de la violencia.

En El Salvador de la segunda mitad de los años 70 del siglo XX,  Monseñor se dio cuenta que se había cerrado los espacios sociales y políticos de tal manera que los campesinos (como expresión concreta para hablar de las y los pobres) no tienen canales para dejarse oír, para hacer conocer sus verdaderas necesidades, y  para plantear a las autoridades sus justas demandas para una vida humanamente digna.  Lo concreta aun más:  los pobres tienen el derecho a dialogar con las autoridades,  el derecho a organizarse en función de sus legítimos intereses, el derecho a manifestarse públicamente.  Los gobiernos en El Salvador no han aprendido y no tienen la costumbre, aun menos están abiertos a escuchar el grito de la población, especialmente de las grandes mayorías empobrecidas.   En cada período electoral “bajan a las zonas” para hacer el show de acercarse y de oír (porque no escuchan). Sus promesas solo sirven para conseguir votos y no hay ninguna ley que los obliga a cumplir con lo prometido.  Y cuando las y pobres,  campesinos, trabajadores agrícolas, obreros/as, maestros/as,  personal médico,….empezaba a organizarse y a manifestarse para hacer oír su voz,  las autoridades políticas y militares, junto con los escuadrones de la muerte y grupos paramilitares empezaron a masacrar, a capturar, torturar, asesinar, disparar contra manifestaciones,….. Los medios de comunicación hacían su trabajo para justificar las acciones violentas en contra del pueblo.  Mafalda decía: “¿Has notado que cuando no te dejas pisotear la gente empieza a decir que tienes un carácter difícil?”. Acusaciones de “ser comunista” o de ser “instrumento del imperialismo” o cualquier otra acusación para justificar la defensa del desorden social, económico y político.

En ese entorno Monseñor recuerda al pueblo que organizarse y manifestarse es su legítimo derecho, que es un “derecho humano” fundamental que nadie puede violar.   En muchas oportunidades ha aclarado que organizarse por sus necesidades no es malo, que es bueno, que es necesario y que es urgente.  En la cita que hoy nos invita a reflexionar nos dice a todos y todas: “¡Qué lástima, hermanos, que seamos tan indiferentes!  Bajo el pretexto de no meterse en política, se quedan con los brazos cruzados”.  La indiferencia ante el dolor de otros facilita a los “poderosos” a actuar con más y más violencia. 

Ante la violencia – cada vez más creciente - de las pandillas (entre sí y en contra de la población),  con más asesinados que durante los 12 años de guerra,  hubo muy poca reacción de parte de la población víctima. El temor paralizaba.  Los diferentes gobiernos no han tenido un verdadero interés para ir a las raíces de esas olas crueles de violencia de (en su gran mayoría) pobres contra pobres. En tiempos electorales trataron de negociar ciertos espacios para la propaganda política y para lograr presión a favor de ciertos partidos.  Aun menos atención han dado a las raíces, a las causas (quizás sobre todo económicas, de un sistema económico excluyente).  En cada país se dan situaciones semejantes con sectores marginadas, con voces disidentes, con grupos de opinión política diferentes.  La llamada de Monseñor Romero a que todos y todas tenemos el derecho humano de organizarnos y exigir el respeto a nuestros legítimos derechos económicos, sociales y políticos.  Si no hay espacios políticos para disentir con un sistema que excluye “entonces aumentarán los incidentes violentos”.

Concluimos esta reflexión retomando nuevamente esa llamada de Monseñor Romero  “¡Qué lástima, hermanos, que seamos tan indiferentes!  Bajo el pretexto de no meterse en política, se quedan con los brazos cruzados y hacen el bien únicamente cuando hacer el bien es fácil o es glorioso, trae prestigio. Servir es sacrificarse”.   Esa indiferencia y la no organización del pueblo (de los sectores vulnerables) facilitan que sistemas injustos se mantengan y se reproduzcan.

Reflexión para el domingo 16 de abril de 2023.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía del segundo domingo de Pascua, ciclo A , del 2 de abril de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II,  Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.383,384 y386

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