El divorcio entre la fe y la vida.

“Se equivocan, dice el Concilio… Fíjense bien aquellos que dicen que la Iglesia se meta a la sacristía y no se meta a proclamar los deberes de justicia  y a reclamar los derechos humanos de la humanidad.: “Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas esas tareas, según la vocación personal de cada uno”. Aquellos que dicen: “El obispo solo está predicando política” porque está hablando  de derechos humanos, porque está denunciando  injusticias, porque está señalándole a los hombres sus deberes políticos, sus derechos de asociación; hermanos, solamente estoy diciendo que, como ciudadanos del cielo, tenemos una conciencia de la cual tenemos que dar cuenta a Dios y haríamos muy mal – entonces sí viviríamos lo que el comunismo dice: “la religión, opio del pueblo” – cuando quisiéramos decir que,  por estar esperando la ciudad futura, vivimos de cualquier manera la ciudad presente.  Por eso, “no es menos grave el error de quienes piensan que pueden entregarse totalmente  a los asuntos temporales, como si estos fuesen ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que esta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales” (GS23) ¡Cuantos han llegado a esto que dice el Concilio!: “el divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época” (GS 43).”

En los años 60 el poder en los EEUU ya consideraba que la Iglesia Católica era el enemigo principal de los intereses norteamericanos, precisamente por que la religión católica unía a la mayor parte de los pueblos latinoamericanos y ésta había redescubierto su misión liberadora.   La respuesta política, además de la “Alianza para el progreso” -  donación de muchos productos básicos, era el envío de predicadores y pastores de diversidades de grupos evangélicos para ir dividiendo a nivel religioso a los pueblos y además para predicar un cristianismo individualista y meramente cultual.   Mientras tanto no dudaron en apoyar a las dictaduras militares en su persecución a la Iglesia, expulsando, capturando y torturando, asesinando a obispos, sacerdotes, religiosas, y miles de catequistas y animadores/as de comunidades creyentes.   Se acusaba a los líderes de la Iglesia católica (también de otras denominaciones) de apoyar a los subversivos (en aquel tiempo llamados “comunistas”), de apoyar las organizaciones de los diferentes sectores del pueblo, ….  Desde ese contexto hablaba Monseñor Romero, también en esta homilía de 1978.

¡Cómo van las cosas!  Hoy en Nicaragua, con un gobierno que proclama ser cristiano, persigue a los líderes de la Iglesia católica, expulsa a sacerdotes y religiosas, no deja retornar a sacerdotes Nicaragüenses, encarcela al obispo de Matagalpa, hasta quitarles la nacionalidad Nicaragüense, cancela organizaciones sociales y medios de comunicación de la Iglesia, expropia sus propiedades, bloquea sus cuentas bancarias, cierra la UCA (Univ bajo la responsabilidad de los padres Jesuitas), la expropia y asigna todo como propiedad del estado,  sacan a los padres de sus residencia, prohíbe la mayor parte de las procesiones y actos religiosos públicos (solamente se permite aquellos que pueden manipularse desde el gobierno y su aparato), prohíben mencionar en la eucaristía  el nombre del obispo encarcelado, …..  Redujeron las relaciones diplomáticas hasta el extremo mínimo.    La vocera del gobierno considera que ella es la encargada, la autorizada para decir qué es el papel de la Iglesia y cómo se debe vivir y practicar la fe.   Y al mismo tiempo dan todas las facilidades materiales, espacios públicos disponibles, transporte,… para concentraciones de iglesias evangélicas con pastores de reconocido nombre.    La conclusión solo puede ser que ese gobierno considera (así como lo hizo el imperio norteamericano, que tanto critican) la Iglesia católica como enemigo número uno de la seguridad del estado y de los intereses que están detrás.   De verdad…. Da lástima!!!!    Además se observa que varios de los obispos en Nicaragua se han doblegado, han optado por prédicas en el aire (tan generales que al fin no dicen nada) y por callarse, hasta de su propio hermano obispo encarcelado. 

Si hoy escuchamos a Monseñor Romero desde su homilía de este domingo, nos llama a todas las iglesias, a todos los pastores, religiosas y animadores/as de comunidades de fe a asumir plenamente nuestra responsabilidad histórica de ser luz en la oscuridad, de “proclamar los deberes de justicia y reclamar – el respeto a – los derechos humanos”. Los poderes políticos y económicos siempre tergiversan la exigencia de la justicia y del respeto a los derechos humanos.  Las dictaduras militares consideraban actos de justicia el asesinato de los considerados “subversivos”.  Siempre hay privilegios para los que los alaban y los que repiten sus discursos.  Controlan también los otros poderes del estado.  Aprovechan de fiestas nacionales y de aniversarios de acontecimientos históricos para ponerse a la altura del heroísmo histórico idealizado y para criticar a quienes tienen otros puntos de vista, otros criterios para discernir entre justicia e injusticia, entre libertad y control de expresión.  

La misión de “cuidar las tareas terrenales”, de ser plenamente “ciudadanos de este mundo”, es fundamental para la Iglesia.  El horizonte será siempre el Reino de Dios y saben que el Espíritu siempre trabaja desde abajo.  Frente a poderes autoritarios (aunque sean electos según las leyes vigentes), frente a monopolios económicos y financieros, la Iglesia debe asumir la responsabilidad de identificarse con los sectores excluidos, solidarizarse con ellos, acompañarlos y fortalecer sus voces.  Cada país tendrá sus propias características dependiendo de las circunstancias históricas.  Pero en ningún momento puede doblegarse ante el poder y aun peor justificarlo o aliarse al poder.    La defensa de los excluidos será siempre parte central de su misión eclesial.  En aquel momento Mons. Romero llamaba a los sectores marginalizados a tomar conciencia de su situación y de organizarse.  La organización para hacer sentir y presentar sus puntos de vista, es un derecho fundamental y es un motor importante de una democracia genuina.   Organizaciones sociales, sectoriales y políticas son instrumentos de la población para canalizar su participación en la construcción de la justicia y la paz.  Como cristianos tenemos esa responsabilidad de fe de ser hombres políticos, mujeres políticas.  Ningún gobierno debe imponer su forma de organización y debe escuchar el mensaje, sí, los gritos de sectores que tienen la voluntad y el deseo de  aportar y cooperar. La historia ha enseñado suficientemente que cuando los poderes no escuchan de verdad esos gritos y no abren puertas para dar respuesta a las demandas de los sectores excluidos, no tarda mucho para que explote la rebeldía hasta en actos violentos.  Esos pueden ser evitados si los poderes desarrollan capacidad institucional para la cooperación genuina con todos y todas, y no solo con sus allegados.    Reprimir y perseguir, siempre es expresión de tremenda debilidad humana, de violación a los derechos humanos, obstáculo para la paz (fruto de justicia). 

La primera exigencia evangélica es la práctica de la vida.  No puede haber divorcio entre la fe y la vida.  Formas de cristianismo que se limitan al culto (cargado de tremendas emociones) y que prohíben la participación activa en la construcción de la sociedad, traiciona el Evangelio.    En muchas circunstancias la voz del evangelio escuchada  desde los sectores excluidos será criticada, rechazada y reprimida, de la misma manera como se criticó, rechazó y crucificó a Jesús.   Creemos que hay una tremenda responsabilidad política, económica y social para las personas que quieren ser creyentes cristianos (genuinos) y que colaboran en instancias del estado y de gobierno, con liderazgo en empresas y organizaciones sociales.  La fe cristiana siempre será crítica, reconociendo avances hacia un mundo mejor, pero también luchando por detener deterioros y eliminar violaciones a derechos humanos.  

No tengamos miedo para unir fe y vida, fe y política, fe y organización comunal y sectorial.  Así como la Iglesia es para todos – recordemos el mensaje del Papa Francisco en la jornada mundial de juventud, en Portugal, hace unos meses – también en cada pueblo, en cada nación, en cada región y continente, en el mundo entero, habrá que luchar para escuchar a todos y todas, en primer lugar a quienes son excluidos, que viven en pobreza, quienes cuyos derechos son violados.   Son exigencia de fe cristiana.  Recordemos también la famosa frase del  político mexicano Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz” (pronunciada en 1867).

Reflexión para domingo 12 de noviembre de 2023.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía del 32 domingo ordinario, ciclo A , del 12 de noviembre de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo III,  Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p 388.

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