¡Feliz domingo! Bach nos está regalando cada domingo estas increíbles obras que, como casi todas sus obras, tras su muerte cayeron en uno de los más injustos olvidos. En el caso de estas que estamos escuchando no volvieron a ver la luz hasta que Joseph Joachim a comienzos del siglo XX. Por fortuna, ya las tenemos entre nosotros.

Vamos con un fragmento de la biografía de Johann Sebastian Bach (1695-1750), maestro alemán nacido en Eisenach. Lo primero que presentó Bach en Leipzig fueron dos cantatas para el domingo después de la Trinidad (las BWV 75 y 76). Fueron un éxito y parece ser que hallaron aprobación general «con gran aplauso». El lunes siguiente el maestro fue presentado oficialmente en la Escuela de Santo Tomás y se le pidió a los alumnos que prestasen obediencia al nuevo cantor. Este también prometió hacerlo todo con fidelidad y celo, dando las gracias al consejo de la ciudad por haberlo elegido. La escuela fue fundada en 1212 por el margrave Dietrich de Meissen. Los estudiantes ganaban algo de dinero cantando en la Schola Thomana. Los agustinos terminaron dejando la escuela, que se convirtió en una institución cívica.

Escuchemos la Partita para violín solo n.º 3 en mi mayor, BWV 1006. Esta es la última las piezas para violín solo de Bach (el segundo volumen de ellas nunca vio la luz). Es quizá la más exuberante de las tres partitas formada, como las otras, por movimientos de danza que tienen en su mayor parte origen francés. El Preludio fue adaptado por Bach para ser usado en dos cantatas. La Loure es una especia de giga francesa en tempo lento. La Gavotte es una especie de rondó con fragmentos contrastantes y su melodía repetida cinco veces. Vienen luego dos Menuet que se tocan habitualmente en da capo. La Bourrée es breve y rápida y la Gigue final camina entre el estilo francés y el italiano, con un brillante final.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí.

La interpretación es de Shunske Sato al violín.