Bach, tocata y fuga BWV 565



¡Feliz domingo! A ver, a ver... una pregunta fácil. Si yo te digo ahora mismo que me digas el título de alguna obra para órgano, ¿cuál me dirías? ¡Seguro que la de hoy! Lo mismo no la reconoces por su título pero si hay una obra para órgano que seguro que conoces es esta. Ha sido tan grabada, tan interpretada, tan versionada, tan traída y tan llevada que quizá se le ha encumbrado más de lo que debería. En mi modesta opinión, Bach tiene obras para órgano mucho mejores que esta de hoy.

De nuevo, algo sobre Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Bueno, en realidad será sobre su esposa Ana Magdalena. Hace poco apareció una corriente según la cual se afirma que algunas de las mejores obras del maestro fueron compuestas por ella. Por lo visto, algún grafólogo ha asegurado que la caligrafía era de ella. La mujer poseía un extraordinario talento y parte de él lo adquirió tras servir de forma incansable a Bach como copista (según ella se casó «con un genio egoísta y obstinado quien creía que el mundo giraba a su alrededor»). Tras morir su marido era conocida como «la viuda Bach» y vivió en la pobreza. Esa teoría sobre la autoría de las obras ha sido discutida por otros eruditos. Pero, aunque no lo parezca, el tema está aún candente. Alrededor de cada genio es inevitable que surjan este tipo de controversias. Yo, como modestos aficionado, no tengo argumentos ni a favor ni en contra.

La obra que te ofrezco hoy es la que lo domina todo. Es la famosa Tocata y fuga en re menor, BWV 565. Indudablemente, lo que ha captado la atención de todo el mundo ha sido el tema inicial de la tocata, considerado el paradigma del órgano poderoso y casi temible. Aquí suelen sucederse las interpretaciones románticas pero hay que intentar no caer en el efectismo. Como en muchos otros casos, no existe el manuscrito original para esta obra, aunque puede atribuirse al periodo de Weimar (en torno al 1708). En la pieza se alternan momentos contrapuntísticos con otro casi improvisatorios, muy característicos de la escuela del norte de Alemania (representada por Buxtehude). Como en otros casos, hay estudiosos que dudan de su autenticidad, aunque aquí parece que la cosa está más clara y todo indica a que el maestro compusiese esta obra inmortal.

La partitura de esta pieza puedes conseguirla aquí.

La interpretación que te propongo es la de Gert van Hoef al órgano Knol de la Stephauskerk de la localidad holandesa de Hasselt.

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