Bienaventurado el hombre

Beatus vir, Cabanilles

¡Feliz viernes! Vamos a ir terminando estos cinco primeros días de la semana (llamarla, como suelo hacerlo, laboral casi me suena raro). Es posible que la música te sirva de válvula de escape para ver si todo este grave atolladero se va solucionando. El maestro español de hoy suele ser muy conocido por su música para órgano pero quizá no en el género que te traigo hoy. Una buena bocanada de aire fresco, que nos va haciendo falta.

Joan Cabanilles

Ese gran organista es Joan Cabanilles (1644-1712), compositor valenciano nacido en Algemesí. No se sabe nada de él hasta 1665, cuando fue nombrado segundo organista de la catedral de Valencia, con solamente veintiún años; puesto que no era sacerdote ello le impidió ser promocionado a primer organista, hasta que se ordenó en 1668. Se dice que pudo viajar a Francia a tocar en alguna ocasión importante. Gran parte de las obras que conocemos de Cabanilles se debe al tesón de su discípulo, el también organista José Elías. Así, de su maestro publicó casi doscientas obras, la gran mayoría para órgano, en la que hace un uso muy interesante del cromatismo y ello hace que la música tenga un color muy rico. En una época en la que el barroco estaba aflorando por todos los rincones, Cabanilles aún tiene en mente el manierismo renacentista.

Disfrutemos de su Beatus vir, una obra a doce voces, para dos tenores y dos tiples. Se trata de una de esas pocas composiciones compuestas por Cabanilles que no son para órgano. La distribución es para cuatro coros, con los dos primeros a base de esos dos tenores y dos tiples (sopranos), una distribución algo inusual para la época, por lo menos en la catedral de Valencia. Es precisamente en esos dos coros en los que encontramos la característica de esta composición ya que se producen intercambios de pequeñas células entre los tiples y los tenores. El cantus firmus está situado en las voces graves de los coros principales. Escuchamos imitaciones, intervalos de quintas y desplazamientos de una sola voz que, lejos de parecer artificioso constituyen, en conjunto, una verdadera maravilla.

La interpretación es del conjunto Amystis dirigido por José Duce Chenoll.

Volver arriba